El exceso más perfecto
Quería un poema de respiración tensa
y sin pudor.
Con la redonda elegancia de las mujeres barrocas
y todo lo opuesto del arbusto delgado.
Un poema que Rubens envidiase, al ver,
allá desde el fondo de tres siglos,
su magnífico cuerpo recostado sobre un diván,
y reclinados los brazos desnudos,
sólo con pulseras tan (pero tan) preciosas,
y un angelito encima,
en su pequeño nicho de nubes,
protegiéndolo, dulce.
Un poema así quería.
Mucho más que todas las dignidades griegas
del equilibrio.
Un poema hecho de excesos y dorados,
y todavía mucho más bello en su pujanza oscura y mística.
Ah, cómo quería yo un poema diferente
de la pureza del granito, y de la pureza del blanco,
y de la transparencia de las cosas transparentes.
Un poema exultando en la angustia,
un largo rododendro color sangre.
["nueve poetas portugueses para un nuevo siglo, antología", ed.unam, méxico, 2016; traductor josé javier villarreal]
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