lunes, 27 de marzo de 2017

Miguel Torga (1907/1995 )

Libro de horas





Aquí, frente a mí mismo

yo, pecador, me confieso

de ser así como soy.

Me confieso lo bueno y lo malo

que va en el timón de la nave

en esta deriva en que voy.



Me confieso

poseso

de virtudes teologales

que son tres,

y de los pecados mortales,

que son siete,

cuando la tierra no repite

que son más.



Me confieso

el dueño de mis horas

de las cuchilladas ciegas y rabiosas

y de las ternuras lúcida y mansas.

Y de ser, de cualquier modo

andanzas

del mismo todo.



Me confieso de ser charco

y luna de charco, la mezcla.

De ser la cuerda del arco

que tira las saetas por arriba

y debajo de mi estatura.



Me confieso de ser todo

lo que pueda nacer de mí.

De tener raíces en el suelo

de mi propia condición.

Me confieso de Abel y de Caín.



Me confieso de ser hombre.

De ser un ángel caído

del cielo que dios gobierna;

de ser un monstruo salido

del hoyo más hondo de la caverna.



Me confieso de ser yo.

¡Yo, tal como vengo

a decir que soy yo

delante de mí!


("círculo de poesía", ver. mijail lamas)

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