Victoria
Habrás llegado simplemente a tu casa
quejándote del tiempo, de la lluvia, del bus;
oído las preguntas inevitables
con un aire hermano de aquel con que respondes
abotagada, torpe por el peso del sol.
Habrás pensado ducharte largamente, tibiamente,
imaginado oír entre las gotas el rock de Cooper
interrumpido a ratos por el rollo terrífico de Price.
Habrás cenado tan parca como impensadamente,
respondido entretanto con ríspidos bufidos,
gestos, guiños y palabras procaces, a tu hermano,
que menor siempre, necio, garrafal a lo bestia,
se empeñaba obsedido en hundirte en su onda
cuando la tuya es otra, batida, sí, a veces,
y también traqueteada, aunque a lo muelle.
(¿Y la mía, Victoria? ¿Cuál, cómo es mi onda?
¿Nada soy, podré, sabré ser para ti
así tenga pendiente, enclaustrado en mi almario,
tanto alígero, inútil, apolillado amor?)
(inédito, en "la palabra y el hombre", no.39, ene-mar. 2017, uv-xalapa, méx.)
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