El amado
II
señor, si tú envías
las aguas, las islas
y arroyos, envía la oscuridad;
si es tu voluntad el abrigo
del sol, la cauda de manantiales
y la brisa en las espaldas,
recíbenos con el cansancio;
si tu deseo es que hagamos la lectura
de las bóvedas celestes, ilumina
con tu ceguera veredas y trayectos;
si levantaste altas torres,
simas oscuras, distancias desiertas,
acorta la vida,y colma de hambre
a tus creaturas;
si es tu criterio alimentar
las llamas de algunas noches,
no olvides la compasión
que mueve al justo.
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