Al destino
Para mi has sido siempre más real que Dios.
Proporcionas la utilería para una tragedia,
clavas los clavos e invitas a verla
a unos cuantos amigos íntimos.
Sólo por ser amigable, hiciste coja a una linda muchacha,
atropellaste a un niño con una motocicleta.
Puedo pensar en un millón de ejemplos similares.
Lo repito: me asombra la frecuencia con que nos topamos.
Quizá la respuesta esté en una de esas máquinas
que venden chicles y adivinan la suerte en el barrio chino,
en la vieja puerta que rechina al abrirse en una película
de horror,
en un mazo de cartas que dejé en la playa.
Siento cómo te acurrucas junto a mí en la noche,
con tu aliento cálido, tus manos frías,
y yo me asemejo a un viejo piano
que cuelga afuera de una ventana en el extremo de una cuerda.
("el cultural", no.1, traductor rafael vargas, poeta)
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