Lukas Avendaño es un performer oriundo de Oaxaca que aplica la antropología a las artes escénicas. Su mirada está puesta especialmente en las muxhes, que traducido toscamente serían aquellas personas que no responden a ninguno de los dos sexos obligatorios. La obra que trajo a Argentina y que se lleva a Bogotá para el Festival Internacional de Danza se llama Requiem para un alcaraván, donde aparecen diversos ritos de la vida femenina desde la novia hasta el paso a mayordoma, a capitana y finalmente una danza tradicional llamada “verlele” –en zapoteco– o “alcaraván”, danza erótica que termina con el orgasmo del ave. El alcaraván es un ave típica de la zona, la gente dice que es domesticable, pero si se lo domestica sin pareja, muere de tristeza. Lukas hace una analogía con el ser de las muxhes: “Muchas veces lxs muxhes mueren solxs, terminan solxs, como el alcaraván”.
Vos investigaste desde la antropología la relación entre símbolos prehispánicos y los modos de ver la sexualidad. ¿Podrías adelantarnos algo de tu trabajo?–Cuando llega la Colonia, es imposible no pensar que había otro modo de ser mujer en la Mesoamérica originaria, como también que había otra forma de ser hombre. Hubo una transformación de esos roles, y eso también modificó la muxheidad. Estuve rastreando palabras en el idioma zapoteco. Cuando alguien que habla castellano quiere decir que una persona es hábil, puede decir que es un tigre; en zapoteco, hermano se dice “biché” y jaguar se dice “be’eche”, encuentro una relación fonética y recuerdo que el ascendente totémico de los hombres es el jaguar, por la importancia que tiene ese felino dentro del pensamiento mesoamericano. “Benda” – es hermana– y “b’enda” –es culebra–. La mujer está ascoiada a la serpiente, que en el pensamiento mesoamericano originario tiene un papel importantísimo, como la fertilidad, el mismo carácter que tiene el Quetzalcóatl, la serpiente emplumada. El proceso de evangelización le adjudicó a la culebra un carácter pagano, maligno, y produce una ruptura de la relación entre la mujer y su ascendente totémico. En el caso de lxs muxhes, me encuentro con un documento que dice que cuando los misioneros se encontraron con la advocación divina del murciélago, dijeron que era un “monstruo nefando”. Para la cultura mesoamericana, el murciélago tiene un carácter sagrado, nefando es la palabra que la Biblia o sus interpretadores usan para la homosexualidad, dice “hombre que se acostara con hombre como con mujer, comete pecado nefando”. Cuando se habla de unx muxhe, se le dice “mariposón”; cuando le pregunto a un anciano cómo se dice en zapoteco la palabra murciélago, me contesta “biguidirivela”, que se traduce como mariposa de carne.Hay un orgullo muy propio de tu región sobre el lugar que ocupan las muxhes comparado con el resto de México. ¿Me equivoco?–Ocurre que lxs muxhes tienen en el Istmo Oaxaqueño una presencia diferente, no hay sanción ni estigma, y esto posiciona simbólicamente a la región.
¿De dónde viene esta diferencia?–Hay que pensarlo desde la etnicidad de los zapotecos del Istmo de Tehuantepec como pueblo originario: el imaginario de México está construido con la iconografía de las tehuanas –mujeres de Oaxaca–, que ya desde 1930 estaban presentes en los billetes de 10 pesos. El mismo José Vasconcelos, luego de un recorrido por el país con el fin de planificar la educación pública, sostuvo que el istmo era la cuna de la gente de bronce, la síntesis del mestizaje. Einsenstein, con su documental Viva México, propone un acercamiento a la iconografía istmeña, el mismo Miguel Covarrubias hace una etnografía del sur de México, Frida Kahlo inmortaliza ya desde su vestimenta a las tehuanas; Tina Modoti también. A partir de esa construcción discursiva y esa acumulación de capital simbólico (político, cultural, educativo, ideológico, iconográfico, cinematográfico, fotográfico, etc.) la muxheidad del istmo aparece protegida por esa red y puede “vivir” sin pedir permiso.
¿Y cómo se ve a esta zona liberada desde resto del país?–Si en México tú dices “me gustan los hombres”, los demás se voltean y dicen: es del istmo. Es como si tuviéramos permiso .
¿Cómo dirías que te asumís vos mismx?
¿Es cierto que hay fiestas tradicionales que festejan en Oaxaca la diversidad?–Hay muchas fiestas: del barrio, de la colonia, patronales, familiares. Hay un calendario de festividades prehispánicas y otras fiestas, llamadas “velas”, que son más contemporáneas. Las velas de Juchitán tienen que ver con la preferencia sexual, la disidencia sexual o la reivindicación sexogenérica. En estas fiestas yo digo que el tiempo se detiene y el espacio se abre para dar pie a un nuevo espacio simbólico que es la manifestación de la muxeidad en todo su esplendor. Estas velas están convocadas por lxs muxhes, lxs protagonistas son lxs muxhes.
¿En qué consisten?–Las velas están compuestas por fases: la primera es la calenda, es el anuncio de las festividades. Se recorre las calles con música, se llega al espacio designado, donde se bebe, se baila, se queman fuegos. Es la anunciación de la fiesta. Al otro día es el llamado “convite de flores”, donde las capitanas de flores recorren las principales calles que se depositan en la iglesia del Santo Patrono. Luego, el “Paseo del estandarte” y la “Tirada” o “Regada”. Ese día vuelven a salir las anfitrionas y sus invitadas. A todas sus invitadas, las anfitrionas, les entregan regalos. El excedente de los regalos es compartido con el resto de pueblo, yo lo llamo “regulación de la acumulación”. Otra fase es el baile de gala. En el caso de la muxheidad, se lleva a cabo la “pasarela de las embajadoras”, con embajadoras que vienen de localidades vecinas, de otras comunidades, de otros países. El espacio, en ese momento de la fiesta, adquiere otra connotación. La construcción de la muxheidad está afincada en torno de la construcción de la feminidad zapoteca, es decir, lxs muxhes traen sus enaguas, sus huipiles bordados, sus resplandores, sus alhajas, sus estandartes, pero en el baile de gala la indumentaria difiere de la de todas las fases anteriores, es más occidental, moda europea. Puedes encontrar desde trajes muy cuidados hasta muy extrovertidos, y se ve un paisaje surrealista cuando estás en la fiesta.
En esa fiesta se visibilizan lxs muxhes pero también los que no lo son.–Lxs muxhes son lxs protagonistas, pero alrededor de ellxs hay otros actores, como el presidente municipal, que se encarga de coronar a la reina. Políticos locales, artistas, gente de la comunidad, que se reconoce como heterosexual pero tiene amigxs muxhes, o compañeros de trabajo. Acceden sin sanción. En esta fiesta se puede ver al muchacho con su novix muxhe, con sus amigxs...
Hay mucha cosa subterránea...–Exacto, es como el escaparate de una gran tienda, y nadie va a la bodega –a no ser que esté dispuesto a pagar los costos– pero, mayoritariamente, la gente se queda enamorada del escaparate.
¿En el istmo es todo color de rosa?–Yo suelo responder que el color es el rojo, porque hay mucha gente que ha dejado el pellejo en ese camino. Dentro del contexto local, hasta cierto punto, somos privilegiadxs: pueden vestirse como quieren, tienen una importancia dentro de sus roles... pero si yo como muxhe, aspiro a tener a mi marido, no puedo. Si pretendemos no repetir el rol de la feminidad como ama de casa y decimos que lx muxhe no espera en su casa al macho, estamos en problemas. Si partimos del hecho de que la monogamia viene dentro del proceso de adoctrinamiento de la evangelización, quizá la poligamia sea una de las características de la muxheidad. Un muxhe con muchos amantes sucede como un secreto a voces. El día en que unx muxhe se muestre con su novio/marido/amante en la calle y nadie se voltee para verlos, diría que estamos en un plan de iguales.
Y ser la primera opción...–Eso mismo. Y no cuando puede o cuando está borracho.
(Entrevista de Juan Tauil, cortada y copiada del sitio "soy", Clarín, Buenos Aires.)
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