martes, 18 de diciembre de 2012

Vinicius cumple cien años


La música popular brasileña hoy se asoma al mundo a través de esa ventana cosmopolita que supuso el tropicalismo, que allá por las décadas de los años sesenta abrieran artistas universales como Caetano Veloso, Gilberto Gil y Gal Costa, entre otros. No obstante, el valor de este movimiento musical y el de buena parte de la actual cultura brasileña se remonta a mediados del siglo pasado, momento en el que la bossa nova cautiva y agita las conciencias de toda la intelectualidad de la época, desde Londres a París, desde Tokio a Nueva York. Aquel latido sonoro, esencialmente carioca y cargado de cadencias melódicas y alientos poéticos, fue sin duda la semilla que luego hiciera posible la entrada de la sociedad brasileña en la modernidad. Y sin lugar a dudas, uno de sus mayores protagonistas y responsables fue el músico y poeta Vinicius de Moraes (Rio de Janeiro, 1913-1980), de quien se celebra en 2013 el centenario de su nacimiento.

La conmemoración de tan insigne efeméride ha tenido justo eco en nuestro país, donde la próxima semana se llevarán a cabo distintas actividades teóricas y musicales. Así, la Fundación Autor, la embajada de Brasil y la Fundación Cultural Hispanobrasileña organizarán dos jornadas (días 18 y 19 de diciembre) en torno a la obra y figura de Marcus Vinícius da Cruz de Melo Morais. Así, la sede del brazo cultural de la SGAE acogerá la proyección del largometraje Vinicius (2005), del realizador carioca Miguel Faria. La obra es un magnífico retrato documental sobre el autor de Garota de Ipanema a través del testimonio de compañeros y amigos como Chico Buarque, Carlos Lyra, Toquinho, Maria Bethania o Caetano Veloso. El acto también incluirá un debate con reputados especialistas en música brasileña. El programa conmemorativo se completará al día siguiente con una actuación a cargo del guitarrista Jayme Marques, que realizará un repaso panorámico por el legado musical de Vinicius (más información en www.fundacionautor.org).

La bossa nova fue una manera de hacer samba con otras sensibilidades, como la jazzística. La fecha oficial de su gestación fue 1959, año en el que un grupo de universitarios de la clase media-alta de Río de Janeiro suman su inspiración en una misma dirección. De hecho, muchos de ellos tenían fijados en sus respectivos futuros otro tipo de horizontes profesionales: la arquitectura, caso de Carlos Lyra y Jobim, o la diplomacia, caso de Vinicius, actividad que llegó a ejercer en destinos como Los Ángeles, París o Montevideo. Sin duda, el matrimonio musical y artístico formado por de Moraes y Jobim fue el que acaparó mayores titulares y atenciones, con permiso de otros referentes ineludibles como João Gilberto o Elizeth Cardoso. Además de la ya mítica canción Garota de Ipanema, compuesta en 1962, en el particular catálogo compositor de Vinicius hoy nos siguen llegando como nuevas canciones inmortales: Berimbau, Coisa mais linda, Samba de bençao, Canto de Ossnha, Insensatez... Hay, sin embargo, dos acontecimientos artísticos en la trayectoria del músico y poeta que le sobreviven por encima de todo: su participación en 1959 en la oscarizada película de Marcel Camus, Orfeu da Conceição/Orfeo Negro, y las sesiones grabadas en 1971 en el café La fusa de Mar de Plata, en la provincia de Buenos Aires, junto a la cantante bahiana Maria Creuza y el guitarrista y compositor Toquinho; toda una celebración de música y vida.

No obstante, sería injusto no destacar la producción literaria del artista al mismo nivel que sus creaciones musicales, en especial, aquella que nos conecta a unos versos profundos y angustiosamente existenciales, compilados en ese reciente poemario Poemas Esparsos/Poemas sueltos (Companhia das Letras, 2008) que hoy se antoja de obligada lectura.


(Todo es nostalgia: el recuerdo imborrable de Ricardo, que te llevó de la mano a conocer y apreciar la música brasileira, saber de la muerte temprana de Elis Regina y el cúmulo de producciones que dejó para tus oídos, las canciones/poemas de Chico Buarque, los acetatos de Gal Costa, la versión de Caetano de una rola de Tomás Méndez, las composiciones de María Bethania a san Jorge Guerreiro y miles más, todas cargadas de saudade. Nota de Felipe Benítez Reyes en el sitio El Cultural.)

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