domingo, 2 de diciembre de 2012

LA NIEBLA

Ay Frida, ya te volvieron
ungüento contra el dolor
pero olvidaron el iódex.

Te vi en el museo de Coyoacán:
caminabas con dificultad
con dos armas blancas como muletas.

Hay noches que apareces como niebla
en mis sueños, humedeces la cama
con dedos de serpiente.

Me miras y me miras callada,
hasta que tus cejas son gusanos
quemadores estacionados en la corteza.

Eres la fiebre amarilla que aparece
en organismos en reposo, que ensucia
las sábanas muertas de hepatitis.

Ay Frida, ya eres mercancía
calidad de exportación, una franquicia
desmoronada en mi lengua.

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