Mujeres
Son tan distantes las mujeres. Sus sábanas huelen
a buenas noches.
Acomodan el pan sobre la mesa para que no advirtamos
que están ausentes.
Entonces comprendemos la magnitud de nuestra culpa.
Nos levantamos de la silla y decimos:
"Te cansaste mucho hoy" o "deja,
yo prenderé la lámpara".
Cuando prendemos el cerillo, ella se da vuelta lentamente
y se dirige con una incomprensible concentración a la cocina.
Su espalda
una pequeña y amarga montaña cargada de muchos
muertos:
los muertos de la familia, sus propios muertos
y tú mismo.
Escuchas el crujir de los pasos en las viejas tablas del piso,
escuchas los platos que lloran en el escurridor,
por último se oye el tren
que lleva a los soldados hacia el frente.
(texto tomado de Cinco poetas neohelénicos,
traducción de Carmen Chuaqui, UAEM, Toluca,
Méx., 1981)
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