Los caballos de Aquiles
Campo de asfódelos, cerca de ti
relincharon dos caballos
y pasaron de largo galopando.
Igual que una ola relucían sus lomos.
Salieron del mar,
hollaron la arena desierta,
corceles de erguidos cuellos,
gran alzada y blanca espuma.
En sus ojos brillaba el fuego del rescoldo.
De nuevo se hundieron
en el oleaje, semejando olas,
en la espuma del mar, semejando espuma,
y en ellas se perdieron.
Reconocí a los equinos,
uno de ellos tenía voz humana y profética.
El héroe tomó las bridas,
hincó las espuelas y lanzó hacia adelante
su juventud divina.
Corceles sagrados, el destino
los hizo indestructibles
al poner en sus frentes negrísimas
-para conjurar miradas sacrílegas-
como talismán
un enorme y purísimo lucero.
(texto tomado de Cinco poetas neohelénicos,
UAEM, Toluca, Méx., 1981, traducción de
Carmen Chuaqui, ilustracciones Elvira Gascón)
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