Vendrá la noche y tendrá tus dedos
propicios para mis labios
desiertos de ti.
Queda, como una promesa a punto
de cumplirse, llegará
con ojos quietos como anestesia.
Se posará sobre los muebles
propios de las visitas
y se instalará indefinida.
Vendrá de noche y tendrá tus brazos,
tangibles como una promesa
que tarde o temprano veremos coronada.
Discreta como los grandes sucesos,
esquivará toda sospecha.
Pisará tus umbrales como un astro
sobrepuesto a otro y en el inter
intuirás una belleza insospechada.
De algún punto del universo,
cuyo epicentro aún no se adivina,
descenderá sobre tu ciudad
y por no aullar de alegría,
dirás: su cumplieron los vaticinios;
y agradecerás la profecía.
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