Regresas a casa como se llega
a ciudad Cementerio: despacio
callado, con los cirios elocuentes
desbordados.
Vuelves a tu feudo donde
nadie habita: los libros sellados,
las puertas empolvadas,
la tarde cargada de presagios.
Escuchas las campanadas inexorables
como plazos marcados hace siglos
por un dios obstinado, sordo
y ciego a todo.
Cuando cruzan las ambulancias
con el hombre decapitado
y sin entrañas: sabes que es otra
premonición que nadie advierte.
1 comentario:
me encantó, ya lo puse en mi muro del Face!
Publicar un comentario