Sonetos infieles
Sonetos a la virgen
III
Cautivo enredo ronda tu costado,
pluma nevad hiriendo la garganta.
Breve trono y su instante destronado
tiemblan al silbo si suave se levanta.
Más que sombra, que infante desvelado,
la armadura del cielo que nos canta
su aria sin sonido, su son deslavazado
maraña ilusa contra el viento anda.
Lento se cae el paredón del sueño;
dulce costumbre de este incierto paso;
grita y se destruyen sus escalas.
Ya el viento navega a nuevo vaso
y sombras buscan deseado dueño.
¿Y si al morir no nos acuden alas?
(texto tomado de Poesía completa,
Barral editores, col. Insulae Poetarum,
Barcelona, 1975)
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