Fiesta en un jardín de Tánger
A medianoche,
cuando la bóveda
estaba cuajada de estrellas
y los cometas,
uno tras otro,
caían sobre el mar,
entraste en el jardín secreto
para hallar en él otro cielo:
cien tortugas llevaban
sobre el caparazón
una veladora encendida;
al caminar formaban
constelaciones imprevistas,
titilantes y luminosas rimas,
otra escritura,
por el azar creada.
("arquitrave", no. 67)
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