Ceniza del alba
El recado era muy claro,
debe esperar la llamada
entre las cuatro y las cinco;
el telèfono sonò puntual
seis, siete veces,
tal vez una docena inùtilmente;
me puse a leer
y me acordè de la mañana en que supe de tus ojos,
de tus sueños, de tu nombre,
y en pos de ella se fue mi pensamiento
con alas que alguna vez fueron doradas.
En la mesa de trabajo
una hoja blanca
retiene la tibia luz,
miro en atardecer
desde este rincòn tan familiar
mientras doy unos pasos
por la alfombra
dibujando fràgiles mapas,
en mi garganta se va afinando
el grito,
el milagro.
("ceniza del alba", ed. juan pablos, mèxico, 1995)
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