He conocido la inexorable tristeza de los lápices,
ordenados en sus cajas, el dolor de los blocks y los pisapapeles,
toda la miseria de las carpetas y las gomas de pegar,
la desolación en los inmaculados lugares públicos,
la solitaria sala de recepción, el baño, la caja de interruptores eléctricos,
el inalterable pathos de la palangana y la jarra,
el rito de la multicopiadora, el sujetapapeles y la coma,
una eterna duplicación de vidas y objetos.
Y he visto el polvo de las paredes de las instituciones
filtrarse, casi invisible, a través de las interminables tardes de tedio,
infinitamente más fino que la harina, vivo, más peligroso que el sílice
dejando caer una delgada capa sobre las uñas y las delicadas pestañas
barnizando el cabello claro, y los rostros duplicados, convencionales y grises.
("otra iglesia es imposible", trad. diana dunkelberger y marcelo rioseco)
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