Declaración de amor a la orilla del mundo
Todo lo que no alcanzamos a decirnos
lo dijeron los árboles temblando por nosotros:
las espigas rosadas al borde del camino,
los pájaros hundidos en su canto invisible
y un rumor que venía de todas partes y de ninguna.
Recuerdo que me detuve a recoger una piedra
y la levanté con gran cuidado -amorosamente-
como si hubiera sido un pajarillo
que acabara de caerse de su nido.
La puse junto a tu oído y te dije:
- Cierra los ojos… ¿la escuchas?
- Sí, ¿qué es?
- Es la niebla.
("portal de poesía")
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