viernes, 16 de octubre de 2015

Jacobo Regen (1935 )

Elegía


I

Íbamos juntos, madre,
por una calle extraña
de una ciudad desconocida.

Los fanales temblaban
bajo la lluvia, iluminando rostros
que nunca vimos antes,
que no vemos ahora.

                               Nos miraban
pero no lo advertíamos...

Con el dolor en alto —que fue el único
laurel para tu frente-,
me absolvían tus ojos
de todo el desamor,
de la distancia
que puse entre tus sueños y mi vida.


II

Yo no miro este cielo.

En cada nube, en cada gajo de inmensidad,
hallaría un reproche
que desde el fondo de tu ausencia viene.

Porque de pronto escucho tu voz, tu voz
lejana,
tu silencio,
y un sobrecogimiento de infinito tiembla
en mi corazón.

Tú, sin embargo, me perdonas.
Y sigues, en mis sueños, envolviéndome
con tu mirada pura llena de luz sin fondo.

¿Por qué -me digo ahora-,
por qué llega el amor cuando la rosa
sus cenizas esparce al firmamento?

Cuando se corporiza en el delirio
lo que vimos pasar como una sombra,

ebrios de nuestra muerte.


("marcelo leites")

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