Ismael equilibrista
Vives entre líneas, Ismael,
caminas sobre ellas,
las reconoces en cada sitio.
¿Recuerdas tu niñez
jugando a la geometría
mientras el resto de los primos
jugábamos futbol?
¿Recuerdas que caminabas
con los brazos abiertos
sobre la orilla de la banqueta?
¿Recuerdas que, ya grande,
una línea del metro
te llevaba al trabajo
y que empezaste a trazar
largas líneas de cocaína
hasta volverte polvo la nariz?
Primo,
tengo la foto del día que recorriste
la línea de la alfombra hacia el altar.
Hermano,
tengo la carne viva si recuerdo
las veces que intentaste suicidarte.
No olvido el día en que un cuchillo
te dibujó el abdomen,
ni la soga en tu cuello
perpendicular al piso.
Ismael, equilibrista,
cuántas veces he tocado
tu cabeza azotada contra las paredes,
cuántas veces te he escuchado
pedir a gritos que se te salga el diablo,
cuántas veces has leído las líneas de mi mano
para contarme el futuro.
Me confiesas, en medio del delirio,
que ves líneas en la frente de la abuela,
que es una cuerda floja la cordura.
Ismael, ayer soñé contigo:
pude verte, recostado,
nuevamente a la orilla del abismo
mientras una sonora y entrecortada línea
era tu ritmo cardíaco
en la sala de urgencias.
("de todos lados las voces", ed.uacm, méxico, 2010)
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