Que tengas una buena noche
Suelo salir a despedirla al descansillo. Cada
noche.
Cuando sale a ganarse nuestro pan con el
sudor de su frente.
En una mano lleva la bolsa, o bolsas, de la
basura.
En la otra, o bajo el brazo, los dos periódicos
del bar.
Suelo salir a despedirla al descansillo. Cada
noche.
Cuando sale a ganarse nuestro pan con el
sudor de su frente.
Le arreglo el pelo. Le coloco bien el cuello del
abrigo.
La beso en los labios. Que tengas una buena
noche, le digo.
Mientras baja por la escalera, aún le recuerdo:
Si necesitas algo,
me llamas. No importa qué hora sea. Me llamas.
Aguardo, todavía, a que desaparezca su
espalda
y desaparezca, también, de la pared, la sombra
de su espalda...
A que se apague la luz
y abajo, en el zaguán, se escuche un portazo.
Solo entonces
entro en casa
y cierro la puerta.
(fuente: "emmagunst.blogspot")
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