De Cinco sonetos votivos
Si del Amor, como Platón enseña,
nace en las almas el conocimiento,
en los cuerpos en cambio un mutuo y lento
conocer da al Amor su mejor leña.
Ésa fue tu enseñanza, oh mi pequeña:
con su ternura y su consentimiento,
ni ruin, ni avaricioso, ni violento,
tu goce yergue el mío y lo domeña.
Más dentro estallo cuanto más te entiendo,
poco a poco mi verga va aprendiendo
cómo excavar tu espasmo, aún invicta
cuando gimes mi nombre con locura;
y mi lengua a la larga se hace adicta
a tu vulva y su férvida textura.
(fuente: Casa del nómada, ed. Vuelta, col. La imaginación, México, 1992.)
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