viernes, 18 de julio de 2014

John Better (1978 )

Adrián y las jaulas

El sexo con hombres casi siempre es un combate de facas afiladas con las que buscan romperse el cuero unos a otros. Llevarse un hombre a la cama a veces suele ser un acto frío y vacío como el carnicero que se echa encima una res abierta y la lanza sin reparos sobre un piso embaldosado y encharcado de sangre. Otras veces no lo es tanto. Entrar en Adrián fue un recorrido sonoro y táctil por lugares donde nunca había estado: húmedos recovecos, pequeños agujeros, hendijas por donde parecía imposible entrar. Estas son mis piernas, dijo una tarde en su cuarto mientras la punta de uno de mis dedos partía de su dura rodilla y luego subía blandamente hasta su entrepierna. Luego tomó mi mano como quien le enseña a un niño a garabatear sus primeras letras en el papel y las frotó contra su pecho. Sentía sus latidos en la palma de la mano, eso que escucho es tu corazón y nunca será mío, me dije en aquel instante.
 
 
(fuente: "arquitrave", no. 55, abril/junio 2014)

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