Está herido. Durante 39 años ha sido el hombre que descubrió cómo, dónde y por qué murió el poeta español más universal. Fue una referencia para todo aquel que quisiese saber algo de Federico García Lorca. Pero la fama del hispanista Ian Gibson (Dublín, 1939) cayó en apenas unos meses de 2009 cuando la Junta de Andalucía lideró la búsqueda fallida del lugar donde se supone que yacía el artista junto con tres represaliados desde 1936. Para explicar todos los errores cometidos por aquellos que, guiados por sus estudios, encontraron una roca donde debería haber huesos, publica La fosa de Lorca: crónica de un despropósito (Editorial Alcalá).
¿Trata de responder a los que dudan de su versión?
Parece obsesivo, pero nadie puede negar que yo escribí este libro en 1971 [señala un ejemplar de La represión nacionalista de Granada en 1936 y la muerte de Federico García Lorca (Ruedo Ibérico)]. No lo puedo evitar. Es mi vida, me identifico con esto, no lo puedo evitar. Al repasar todo, al volver a escuchar la cinta de Manuel Castilla (el hombre que enterró a Lorca), uno se da cuenta de que Manolo el comunista nunca dijo que estuviera en el lugar exacto donde está puesto el monolito. Él señaló en círculo y dijo este rodal por aquí, este rodalillo, la barranquilla, pero no dijo un lugar exacto. Eso me dijo a mí y también se lo dijo a Agustín Penón [investigador previo a Gibson de la muerte de Lorca que nunca publicó sus estudios] en 1956.
Según su versión, el monolito está en un lugar aproximado y la Junta no buscó bien.
Tenían que haber ampliado la búsqueda a la zona de los pinos que se plantaron en la década de los cincuenta. Cuando Penón vio que los plantaban los arrancó con sus manos porque sabían que los plantaban para enmascarar tumbas. Los vecinos de Alfacar dicen que ahí hay enterramientos y esa es la zona que el Gobierno tiene que proteger y hacer sondeos. No entiendo cómo en el informe previo a la exhumación no se contemplaron todas las posibilidades.
El libro habla de un posible traslado de huesos.
Hay testimonios que dicen que en las obras de la zanja de al lado del olivo se encontraron huesos, fueron metidos en sacos y se llevaron al fondo del parque. Si esto es así, hay que investigarlo.
La familia Lorca elogia su labor, pero reniega de la exhumación ¿Cuándo se distanció de la familia?
Al inicio yo contacté con Isabel García Lorca y le propuse hacer la biografía y tuvo la decencia, que nunca olvidaré, de decirme: "Gibson, ven y yo te ayudaré y tu me ayudarás a ordenar el archivo de Federico". Entonces me aceptaban. Todo empezó bien, pero no les gustó mi actitud demasiado tolerante con Luis Rosales. Y además no querían que se hablara del tema homosexual.
¿Le piden que no hable del lado gay de Federico?
En 1986 entrevisté a Dalí y me contó su relación con Federico. Lo publiqué en El País y la familia quiso denunciarle por hablar de ello. Ahora no hay crítico que no relacione la homosexualidad de Lorca con su obra pero cuando yo lo conté no lo decía nadie, ni los lorquistas españoles que sabían que si hablaban de la importancia de la homosexualidad en su obra no podrían acceder al archivo.
¿La familia no acepta la homosexualidad de Lorca?
Es muy duro. El hermano tenía un problema evidente con la homosexualidad de Federico y lo demostró en un libro. No digo homofobia, pero es una traición negar la condición de marginado social de Lorca.
(Es frecuente que la parentela de un escritor homosexual se niegue a reconocer y a admitir la condición del creador aunque, como en el caso del autor de Bodas de sangre, un poema dedicado a Walt Whitman refleje sus preferencias. Así, hay escritores que solicitaron la publicación de un inédito después de su deceso, aunque la albacea, una hermana, haya determinado la edición del manuscrito hasta luego de muerta la madre pues en la tradición judeo-cristiana no entra el cánon del disidente de la norma. Nota reproducida del diario El Público, español. Autor: Diego Barcala.)
No hay comentarios:
Publicar un comentario