martes, 27 de julio de 2010

SOTANAS VEMOS

La novela El crimen del padre Amaro (1875), del autor portugués Eca de Queiroz, narra la vida de un sacerdote católico que, al quedar huérfano de niño, es adoptado por una aristócrata que lo conduce a un seminario a que siga la carrera religiosa sin que el chico tenga vocación para el sacerdocio. Así el chico seguirá el modelo de su guía espiritual, que a su vez tenía una amante, la mujer que lo asistía en la diócesis donde estaba de comisionado.

La obra, un clásico del siglo XIX, fue desempolvada y actualizada por el director de cine Carlos Carrera, quien le encargó la adaptación al dramaturgo Vicente Leñero, el reparto, otro acierto del realizador, lo encabezaron Gael García Bernal y Ana Claudia Talancón. La versión conserva una escena que es en homenaje a Ismael Rodríguez (Tizoc, 1956), aquella en que el joven cura le coloca a Amélia el manto azul tachonado de estrellas, que sugiere el amor sublimado del indio hacia la virgen María, encarnados uno y otro por Pedro Infante y María Félix.

Estas palabras preliminares vienen a colación por un reportaje aparecido en Italia, en una empresa -oooootra-, del primer ministro Silvio Berlusconi, donde se exhibe a un cura católico que de noche se escapa a los antros gays más conocidos y donde alterna con chaperos (mayates o chichifos en México) y al que se fotografía con dos de éstos semidesnudos. La nota refiere que el fotógrafo del medio informativo invitó al sacerdote a estar juntos; éste acepta sin saber que sería filmado mientras hacían el sexo.

La reacción obvia del Vaticano fue acusar a la revista en que aparece la investigación de "sensacionalista", cuando el año pasado los diarios de corte conservador publicaron fotografías de Berlusconi y sus amigos en una villa romana, donde departían desnudos con un grupo de amigas; esto antes que un perturbado atacara al primer ministro con una rèplica en miniatura de una catedral, en acero, al controvertido empresario y político, que perdió algunas piezas dentales en la agresión.

Entrevistado un lider de una organización de homosexuales, en el cuerpo del reportaje, observa que es común la presencia de gays en las distintas órdenes religiosas de Italia y recuerda que en el pasado él mantuvo relaciones con un monseñor, sin especificar el nombre. Aunque parezca singular, en la nota del diario El Mundo, español, no se coló el nombre de nuestro paradigmático Marcial Maciel y sus Legionarios de Cristo, cuya canonización está en veremos. Sotanas vemos, karatecas no sabemos, como reza el refrán. He aquí el link.


http://www.elmundo.es/elmundo/2010/07/23/internacional/1279878521.html

1 comentario:

Jesús Zúñiga Teniente dijo...

No podemos estar atados a tradiciones que no le dan sentido a los derechos humanos. Tal vz habría que recuperar aquella historia de la sagrada familia de Federico Engels, en la que trata el proceso de enajenaión de Flor de María.
Han pasado tantos años, en los cuales hemos olvidado día a día, las lecciones de aquellos que con visiones sociales de futuro alertaron.