Madrigal por Medusa
No me sueltes los ojos astillados,
Se me dispersarían sin la cárcel
De hallar tu mano al rehuír tu frente,
Dispersos en la prisa de salvarme.
Embelesado el pulso como noche
Feliz cuyos minutos no contamos,
Que es noche nada más, amor dormido,
Dolor bisiesto emparedado en años.
Cante el pez sitibundo, preso en redes
De algas en tus cabellos serpentinos,
Pero su voz se hiele en tu garganta
Y no rompa mi muerte con su grito.
Déjame así, de estatua de mí mismo,
La cabeza que no corté, en la mano,
La espada sin honor, perdido todo
Lo que gané, menos el gesto huraño.
(texto tomado de Perseo vencido, poemas,
edición facsimilar de la de la Universidad Nacional
Mayor de San Marcos, Lima, Perú, 1948; Conaculta-
INBA. Col. Los facsimilares, México, 2004)
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