jueves, 3 de junio de 2010

PADRE E HIJO

Vuelves a la ciudad amada
como cuando regresas de un sueño
sosegado, con la frente clara.

Vuelves al hogar del que nunca
permaneciste ausente porque iba
contigo como tu respiración,
como tú mismo y los otros.

Vuelves a la casa amada
donde el silencio, los tulipanes,
las puertas, los espejos
y los anaqueles.

Vuelves al hogar porque sí,
porque los recuerdos, las calles,
las esquinas, el sol son
y no son los mismos.

Vuelves a la ciudad amada
como vuelven los muertos
sobre su sombra, el empedrado,
el silencio, el vacío del patio.

Vuelves a la casa familiar
como se regresa al mausoleo,
alfombrados de yerba los pies,
callado, sin punto de reposo.

2 comentarios:

Fernando Andrade Cancino dijo...

Cavafis?

Uriel Martínez dijo...

Gracias por tu observación, en realidad es un poema que escribí después de no ir en mucho tiempo a la tierra de Lilia, Nina y Godzilla.