jueves, 20 de mayo de 2010

NO HABRÉ DE SOLLOZAR SIQUIERA (8)

No habré de sollozar siquiera. Hoy abandono esta palidez que me hizo apuntalar precarios latidos con dedos amorosos. Hoy suelto amarras, abandono las sábanas que me ataron a enfermedades enquistadas en mis desconocidos interiores. Pero de las raíces que estoy conformada extraigo un coraje que, por momentos, me rebasa.
No salgo de este lugar con nada, sólo con lo que traje en un momento pleno de peligros: mis manos, mis arrugas, mi cuerpo enfebrecido. Día a día el agua del baño irá purificándome la mirada, el perfil rotundo, la frente clara.
Tengo toda una casa por edificar. He de levantarla en las faldas de un cerro, cerca de un ojo de agua, para preservarla de ventarrones inclementes, de tolvaneras que en sus pliegues llevan enfermedades y virus letales. Habré de defenderla con malla ciclónica si es preciso; la preservaré de malas influencias con yerbas que me son afines. Desarrollaré un poder que me fue otorgado en secreto prenatal.
Hoy me despojo de cuanto lastre me hizo daño. Ya me lo he propuesto, sé que llevaré a cabo los proyectos que me daba temor incluso concebir. Me decapitaré la cabeza por la que un día me creí heredera de Medusa, asì evitaré llevar conmigo la más ligera sombra de espanto, o vena alguna de muerte. Quiero ser yo misma, pero distinta a lo que fui en ese pasado tan a la vuelta de la esquina.
Evitaré también demorarme en el mapa tatuado de mi cerebro, trazado siempre de presagios malignos. Voy a punzar las bolsas de aire malsano en las que solía vomitar hacia mis adentros. Lo juro.
Al llegar a casa, las plantas serán objeto de toda mi atención. Cambiaré la ropa de cama y, si es preciso, incineraré la que me dio cobijo los primeros días del derrumbe.
¿Para qué exponerme a la inminencia de un derrumbe?
¿para qué dar pie a una forma encubierta de suicidio?
Estoy decidida a sollozar sólo una vez más. Pero será la última debilidad involuntaria que me procuro. Sólo por esta vez.
Tomado de "La noche a cuentagotas"

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