Un total de 50 defensores de derechos fueron asesinados en 2010 en América, según denunciaron hoy 23 ONGs ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos (CIDH).
La violencia contra los defensores de derechos humanos la ejercen el crimen organizado y las compañías con intereses económicos en la región, pero también agentes de los propios Estados o actores que actúan bajo su respaldo, como los paramilitares.
Así lo denunció hoy ante la CIDH Viviana Krsticevíc, del Centro por la Justicia y el Derecho Internacional, en la última jornada de audiencias públicas del 141 periodo de sesiones, que comenzó el 21 de marzo y se prolongará hasta el 1 de abril.
Colombia, México, Guatemala, Brasil y Perú lideran la lista de países donde los defensores sufren más agresiones, a tenor del número de denuncias presentadas.
Según las investigaciones de las ONGs, en Colombia unos 1.000 defensores fueron víctimas de amenazas, detenciones arbitrarias y torturas en 2010, y 32 de ellos fueron asesinados.
Los defensores que ven impedida su labor en mayor medida son aquellos que abogan por los derechos de las personas desplazadas, de las mujeres, así como los que trabajan por la restitución de tierras ancestrales y los sindicalistas.
Krsticevíc denunció la pasividad de los Gobiernos ante esta "alarmante situación", y recordó en este sentido que el 98 % de las 1072 agresiones registradas en Guatemala en los últimos tres años quedaron impunes.
En este contexto, las 23 ONGs solicitaron a la CIDH que cree una oficina específica que se ocupe de los defensores y que exija a los Estados que implementen medidas efectivas de protección e investigación en los casos que conciernen a este colectivo.
(Los derechos de mujeres desplazadas, como las prostitutas, las exiliadas políticas de Ciudad Juárez, Chihuahua, los de las encarceladas y sus hijos que ahí nacen, los de las sirvientas que son golpeadas y humilladas, ultrajadas y vejadas, ¿están contemplados en agrupaciones internacionales de Derechos Humanos? No se duda, sólo se plantea como una posibilidad en lugares remotos como la casa de mi vecino o la mía propia. Nota rescatada del diario El Espectador.)
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