jueves, 30 de enero de 2020

Oliverio Girondo (1891/1967 )


Que los ruidos te perforen los dientes...



Que los ruidos te perforen los dientes,
como una lima de dentista,
y la memoria se te llene de herrumbre,
de olores descompuestos y de palabras rotas.
Que te crezca, en cada uno de los poros,
una pata de araña;
que sólo puedas alimentarte de barajas usadas
y que el sueño te reduzca, como una aplanadora,
al espesor de tu retrato.
Que al salir a la calle,
hasta los faroles te corran a patadas;
que un fanatismo irresistible te obligue a prosternarte
ante los tachos de basura
y que todos los habitantes de la ciudad
te confundan con un madero.
Que cuando quieras decir: «Mi amor»,
digas: «Pescado frito»;
que tus manos intenten estrangularte a cada rato,
y que en vez de tirar el cigarrillo,
seas tú el que te arrojes en las salivaderas.
Que tu mujer te engañe hasta con los buzones;
que al acostarse junto a ti,
se metamorfosee en sanguijuela,
y que después de parir un cuervo,
alumbre una llave inglesa.
Que tu familia se divierta en deformarte el esqueleto,
para que los espejos, al mirarte,
se suiciden de repugnancia;
que tu único entretenimiento consista en instalarte
en la sala de espera de los dentistas,
disfrazado de cocodrilo,
y que te enamores, tan locamente,
de una caja de hierro,
que no puedas dejar, ni por un solo instante,
de lamerle la cerradura.



("trianarts")

martes, 28 de enero de 2020

Armando Uribe Arce (1933/2020 )

Dos

a

Y cómo quisiera estar muerto,
en traje de muerto,
con cofia y este par
de ojos negros abiertos.

b

Es muy probable que no seas
ni aquello ni lo otro
ni esto ni lo uno.
Adiós, adiós. ¿Qué hubo?
Qué me resta.


("poeticous")

lunes, 27 de enero de 2020

Concha Zardoya (1914/2004 )

 Mi única patria es la palabra



Es mi única patria la palabra.
Esta palabra viva que derramo
azul y roja, gris, o negra y blanca,
ayer y hoy, mañana, tantos años.

Es mi única patria la palabra.
Es el único pan que como a diario.
¡Corteza dura masco, miga blanda,
dorado candeal que besa el labio!

La vierto por los ojos, por la cara.
Del hondo corazón le nace el llanto.
Las sílabas rezuman toda el alma,
el poso de silencios acuñados.

Y, flor, sustento, luz, piedad, el agua,
vivo, respiro, bebo, pronunciando
quedos versos y prosa castellana,

«buenos días» al aire tan callado.



("poéticas")

jueves, 23 de enero de 2020

Archibal MacLeish (1892/1982 )




Otoño inmortal



Recito este poema con voz grave y monótona
en alabanza del otoño, del lejano y sinuoso otoño,
alabo sus campos sin flores, alabo sus nubes, sus altas
                                                   / ramas silenciosas
donde el viento arranca sonidos, músicas sombrías.

Alabo el otoño, ésta es la estación del hombre,
ahora el extraño sol no se entromete en nuestra tierra
no vigoriza el verde, ni deshiela el suelo escarchado
y el invierno todavía no habrá de agobiar con su silencio
                                                           /las ramas del pino.

En el otoño compartimos los días con los negros cuervos,
el extendido mundo del año susurrante se ha marchado
hay más espacio para vivir el una vez secreto amanecer
y la tarde llega con la luz del día y la oscuridad camina
                                                                            /indefensa.

Entre el bravo y turbulento arder de las hojas
y  el invierno que cubre con su pesada nieve
                                            /nuestros corazones
estamos solos y no hallarás a las aves nocturnas.
La luna las estrellas giran alrededor de nuestra casa.

Ésta es la estación humana en el aire estéril,
las palabras pueden transportar el aliento y el sonido se arrastra
                                                                / y continúa resonando,
oímos los gritos de un hombre muerto
desde un otoño que se ha ido hace mucho tiempo.

Te llamo y mi súplica se extiende mucho más allá de este aire amargo



("alpialdelapalabra", versión esteban moore)

martes, 21 de enero de 2020

Lamont B. Steptoe (1949)

Hay una casa



Miro esa casa
con todos sus cuartos llenos de madres
pero hay un río que me separa
de ella, es un río tan ancho
que bien puede llamarse mar.
Sí, un mar, un mar tan profundo
que puede llamarse tiempo
sí, tiempo, un tiempo tan insondable
que puede llamarse muerte,
sí, muerte…




(en muro fb de daniel montoly, versión suya)

sábado, 18 de enero de 2020

Uriel Martínez (1950 )


                                                                       foto: eriko stark



Leica


Es un domingo nublado.
Afuera de casa se estacionó
un vehículo de donde
descendieron nueve músicos
jóvenes.
Trajeron tambora, trompetas,
acordeones, tuba, clave
y otros instrumentos
musicales.
Van directo al velatorio
a acompañar a alguien
que falleció la víspera
violentamente.
De un momento a otro
escucharé el estruendo
que ahogará cualquier
llanto, ya de bebé, ya de viuda.

Cuando eso suceda me apostaré
en el balcón de casa
con una Leica que tengo
para la ocasión.


(Inédito)

viernes, 17 de enero de 2020

Efraín Huerta (1914/1982 )






Elegía



Ahora te soñé, así como eras: sin deslices en la voz,
con inmóviles sombras en los brazos
y tus genitales segundos de estatua.
Así como eres todavía: copiándote a ti misma,
cuando no eres ya sino la espuma de tu propia vida.

Bien te sentí en mi sueño como verso divinizado.
Mi tristeza no cabía en el fondo de mi dolor
y fue a manchar la noche de violeta.

El propio ruido de tus piernas habría despertado
los estanques, los recuerdos que a veces olvidamos
en los huecos de los jardines,
las horas que nunca fueron más allá
de donde hoy se desangran segundo por segundo,
el silencio de muchas ventanas,
antiguos y pulidos razonamientos, montañas de destinos.

De un seno tuyo al otro sollozaba un poco de ternura.

Anoche te soñé y no puedo decirte mañana mi secreto
-porque el amor es un magnífico manzano
con frutos de metal envueltos en piel de inteligencia,
con hojas que recuerdan gravemente el futuro
y raíces como brazos sumidos en una nieve de santidad-,
la misma ruta de mis dedos no podría encontrarte
ahí donde te guardas tan perfecta.
Yo no sabría elegir sino violentamente mi presencia:
te llenaría de asombro; acaso tu memoria no me crea.
Mi fatiga te gritaría un absoluto amor.
Por el cristal de aumento de la luna

la sonrisa de Dios estallaría.



("cómo cantaba mayo")

jueves, 16 de enero de 2020

Enrique Solinas (1969 )

Señor de los pájaros



Señor de los pájaros,
Señor del silencio,
algo no termina de llegar
hacia la otra orilla,
algo ha quedado en medio
del dolor y del recuerdo,
donde las canciones y los poemas
que tanto soñé
van perdiendo su color,
su sentido.



(del muro del autor)

miércoles, 15 de enero de 2020

Thomas Harris (1956)

Zonas de peligro



Así como largas y angostas fajas de barro
Así como largas y angostas fajas de noche
Así como largas y angostas fajas de musgo rojo
bajo la piel.

Las zonas de peligro son ininteligibles. O las
prefigura un rojo disco de metal,
símbolo de un sol mohoso al fondo de una calle desmembrada
meado por los perros.

Las zonas de peligro son inevitables; te rodean
el cuerpo en silencio,
en silencio te lamen la oreja,
en secreto te revuelven el ojo,
sin el menor ruido te besan el culo
y los escasos letreros de neón ocultan su única identidad:
CAMPOS DE EXTERMINIO.



("altazor")

martes, 14 de enero de 2020

Amy Lowell (1874/1925 )

Otra vez año nuevo



He bebido a tu salud
en las copas de vino de laca roja
pero las campanillas de viento sobre los faroles de bronce
de mi jardín
se corroen y caen.



("lifevestunderyourseat")

lunes, 13 de enero de 2020

Sara Teasdale (1884/1933 )









                                                                 foto: revista altazor

La invisible




La muerte iba pasillo arriba
Invisible a todos,
Arrastrando sus mantos de crepúsculo
Pasó ante la enfermera y la monja.
Se detuvo en cada puerta
A escuchar el aliento
De aquellos que no sabían
Lo cerca que estaban de la muerte.
La muerte iba pasillo arriba
Sin ser vista por la enfermera ni por la monja;
Dejó atrás varias puertas
Hasta que entró por una.



("altazor", versión isaías garde)

domingo, 12 de enero de 2020

Mercedes Luna Fuentes (1969 )




Paseo de la contemplación


los troncos muestran sus venas de brasa

observo lo que ya conocemos
veo resquebrajarse
un brazo de árbol

para que la llamarada surja
algo se rompe           algo cede

y la chimenea no funciona
y en la sala
un paisaje de humo se extiende entre los sillones

el fuego es una mujer que cubre con la mano
su propio rostro                   
para que la oscuridad no llegue

contemplo la fogata
sin prisa
porque se mira el fuego
se observa cómo los troncos se deshacen
y caen desfallecidos
                           unos sobre otros

se mira arder
             así
                 con detenimiento
                     con paciencia
lo que tenemos de parecido

adentro



("la habitación higiénica", coed. mantis editores-gob. coahuila-sinaloa, méxico, 2019)





sábado, 11 de enero de 2020

Gloria Fuertes (1917/1998 )

La tortuga



Iba una tortuga
por la capital.
Iba despistada
con tanto autocar.
Buscaba una tienda
quería comprar
un sombrero nuevo
y medias un par.


Se compró un sombrero
y tan elegante
salió de la tienda.
Pasó una tartana,
cruzó una calesa,
pasó un autocar
y tres bicicletas.
Y la tortuguita
guardó su cabeza.


Cuando de nuevo
su cara asomó
¡pobre sombrerito!
se lo atropelló
una tartanita
con un percherón.
La tortuga dijo:
¡Qué fatalidad!
yo me voy al campo

¡qué asco de ciudad!


("blog poemas")

viernes, 10 de enero de 2020

Adam Zagajewski (1945 )

Maleta



Cracovia nublada por la mañana, las colinas humeaban.
En Múnich llovía, los Alpes, invisibles
y pesados, descansaban en los valles como piedras.
Hasta Atenas no vimos el sol que
provocó que el aire, todo el aire,
toda una inmensa flota de aire
se transformara en oro tembloroso.
Como dicen los escritores religiosos: de repente
me convertí en otra persona.
Soy tan sólo un turista en el mundo visible,
una de entre esas miles de sombras que
deambulan por las salas inmensas de los aeropuertos-
y detrás de mí como un perro fiel con sus pequeñas ruedas
tengo a mi maleta verde.
Soy tan sólo un turista distraído,
pero amo la luz.



("sureando", s/c al traductor)

jueves, 9 de enero de 2020

Federico García Lorca (1898/1936 )

Oda a Walt Whitman



Por el East River y el Bronx
los muchachos cantaban enseñando sus cinturas,
con la rueda, el aceite, el cuero y el martillo.
Noventa mil mineros sacaban la plata de las rocas
y los niños dibujaban escaleras y perspectivas.
Por el East River y el Queensborough
los muchachos luchaban con la industria,
y los judíos vendían al fauno del río
la rosa de la circuncisión
y el cielo desembocaba por los puentes y los tejados
manadas de bisontes empujadas por el viento.
Cuando la luna salga
las poleas rodarán para tumbar el cielo;
un límite de agujas cercará la memoria
y los ataúdes se llevarán a los que no trabajan.
Nueva York de cieno,
Nueva York de alambres y de muerte.
¿Qué ángel llevas oculto en la mejilla?
¿Qué voz perfecta dirá las verdades del trigo?
¿Quién el sueño terrible de sus anémonas manchadas?
Ni un solo momento, viejo hermoso Walt Whitman,
he dejado de ver tu barba llena de mariposas,
ni tus hombros de pana gastados por la luna,
ni tus muslos de Apolo virginal,
ni tu voz como una columna de ceniza;
anciano hermoso como la niebla
que gemías igual que un pájaro enemigo de la vid
Ni un solo momento, hermosura viril
que en montes de carbón, anuncios y ferrocarriles,
soñabas ser un río y dormir como un río
con aquel camarada que pondría en tu pecho
un pequeño dolor de ignorante leopardo.
Ni un sólo momento, Adán de sangre, macho,
hombre solo en el mar, viejo hermoso Walt Whitman.
Tú buscabas un desnudo que fuera como un río,
toro y sueño que junte la rueda con el alga,
padre de tu agonía, camelia de tu muerte,
y gimiera en las llamas de tu ecuador oculto.
Porque es justo que el hombre no busque su deleite
en la selva de sangre de la mañana próxima.
El cielo tiene playas donde evitar la vida
y hay cuerpos que no deben repetirse en la aurora.
Puede el hombre, si quiere, conducir su deseo
por vena de coral o celeste desnudo.
Mañana los amores serán rocas y el Tiempo
una brisa que viene dormida por las ramas.
Por eso no levanto mi voz, viejo Walt Whítman,
contra el niño que escribe
nombre de niña en su almohada.
Y tú, bello Walt Whitman, duerme a orillas del Hudson
con la barba hacia el polo y las manos abiertas.
Arcilla blanda o nieve, tu lengua está llamando
camaradas que velen tu gacela sin cuerpo.
Duerme, no queda nada.
Agonía, agonía, sueño, fermento y sueño.
Éste es el mundo, amigo, agonía, agonía.
Los muertos se descomponen bajo el reloj de las ciudades,
la guerra pasa llorando con un millón de ratas grises,
los ricos dan a sus queridas
pequeños moribundos iluminados,
y la vida no es buena, ni noble ni sagrada.



("youtube")

miércoles, 8 de enero de 2020

José Carlos Llop (1956 )

El tiempo de los poetas




Los poetas nombran el mundo
y así renace en cada poema.
Conocen el desierto y las estrellas,
pisan la nieve virgen en pos
de un ave albina o un oso blanco.
La verdad los ilumina sin que sepan.
Navegan en el barco de Ulises,
comparten su lecho con Helena
y no temen el grito de Aquiles.

Nadie sino ellos conoce su secreto.
Caen ciudades, reyes, civilizaciones.
Mueren lenguas y escrituras;
como el amor mueren.
Y como el amor permanecen
los poetas en el tiempo:
un tiempo que nunca les pertenece,
aunque sean ellos quienes lo crean.



("el hacedor de sueños")

martes, 7 de enero de 2020

Gloria Fuertes (1917/1998 )

El camello cojito


(auto de los reyes magos)

El camello se pinchó
con un cardo en el camino
y el mecánico Melchor
le dio vino.
Baltasar fue a repostar
más allá del quinto pino
e intranquilo el gran Melchor
consultaba su «Longinos».

—¡No llegamos,
no llegamos
y el Santo Parto ha venido!
—Son las doce y tres minutos
y tres reyes se han perdido.

El camello cojeando
más medio muerto que vivo
va espeluchando su felpa
entre los troncos de olivos.

Acercándose a Gaspar,
Melchor le dijo al oído:
—Vaya birria de camello
que en Oriente te han vendido.

A la entrada de Belén
al camello le dio hipo.
¡Ay, qué tristeza tan grande
en su belfo y en su tipo!

Se iba cayendo la mirra
a lo largo del camino;
Baltasar lleva los cofres,
Melchor empujaba al bicho.

Y a las tantas ya del alba
—ya cantaban pajarillos—
los tres reyes se quedaron
boquiabiertos e indecisos,
oyendo hablar como a un Hombre
a un Niño recién nacido.
—No quiero oro ni incienso
ni esos tesoros tan fríos,
quiero al camello, le quiero.
Le quiero —repitió el Niño.

A pie vuelven los tres reyes
cabizbajos y afligidos.

Mientras el camello echado

le hace cosquillas al Niño


("trianarts")

lunes, 6 de enero de 2020

Gabriela Mistral (1889/1957 )



Dios lo quiere

V

Si te vas y mueres lejos,
tendràs la mano ahuecada
diez años bajo tierra
para recibir mis lágrimas,
sintiendo cómo te tiemblan
las carnes atribuladas,
¡hasta que te espolvoreen
mis huesos sobre la cara!



("antología de la poesía hispanoamericana 1914-1970", josé olivio jiménez, alianza editorial, madrid, 1973)

domingo, 5 de enero de 2020

Uriel Martínez (1950 )


                                                         foto: alejandro ortega neri

 Nota roja



Tan bonita que es la jota:
siempre con porte y distinción,
el pitillo en mano
y el gargajo a flor de labios
para lanzarlo a las amigas.

Tan bonito que es el marica:
siempre con la ceja arqueada
y los ojos chinos buscando
al mayate, al chacal, al mantenido.

Tan bonito el somético:
siempre ideando el nuevo
maquillaje, el que resalte
o disimule, según, el
estrabismo de la otra, la
ceguera en puerta.

Tan bonito que es el afeminado:
siempre urdiendo el modo
de bajarle el padrote a
aquélla, el marco perfecto
de la nota roja.



(Inédito)

sábado, 4 de enero de 2020

Susana Villalba (1956 )

El caso Ruth




La piedra es,
una mujer mata,
por instinto
busca el reverso de la piedra
donde se esconde un animal.
Sólo quería que dé la cara,
dice sin resistir.
No había remedio,
me dolía él.
Cuando al fin lo encontró
sacó de su cartera la Smith and Wesson
y vació el cargador.
Se gana, se pierde
pero negocios son negocios.
¿El dinero? está o no,
como las piedras, en el camino.
Ahora soy yo
la que mata.
Ahora moriré de un acto
real,
es la ley del amor querer perder
la cabeza,
que él abandone el cuerpo
entre mis brazos.
¿El arma? qué sé yo,
las cosas aparecen.
Me enceguecí,
ya no quería verme.
Nos amamos,
después yo disparaba,
es algo contundente.
Antes que nada
leíste las noticias policiales,
tomaste café.
Sí, estás despierta,
ese dolor que sos ahora
es el mundo,
la orilla del sueño aún golpea,
agua aceitosa contra un casco.
Algo que deje de moverse,
por favor.
Pero un disparo
en la piedra podría revelar
que nada es tan sencillo,
todo tiene un momento
que nunca cristaliza.
Un corazón.
Estás despierta, todo gira,
no sabés si es el día
siguiente
y faltaste al trabajo
o es domingo.
Sí, fuiste a esa casa,
tomaron un taxi
que se perdió en la niebla,
hubo choques en cadena, dice el diario,
así es que la niebla fue real.
De bar en bar
alguien dijo hay una fiesta
en algún sitio.
Y nunca es ésta.
Llegaron a esa casa o pretensión
de teatro under,
fiesta de primavera.
Un travesti
o lo que un hombre dice
que es una mujer
te hizo sentir ambigua
en tus vaqueros.
Hizo un sketch,
ya se sabe, un sketch.
Princesa, sultán, odalisca,
nadie bailaba, hacía frío,
rodaron latas de cerveza.
Los travesti eran encantadores
de serpientes
sin serpientes,
vos también.
Mariposas deslumbradas por la fiesta
que iluminaban.
Encontraste a tus amigos en el baño,
habían capturado una botella
pero mejor era volver
al bar.
Un lugar donde caer
sin caer.
Ahora entendés el viejo chiste
de decir al taxista: a casa
por favor.
Ahora el sentido
toma su sentido:
el deseo brilla
por su ausencia.
La noche fue un largo, repetido
nunca más.
Encontraste un murciélago
como si todo lo perdido
por perdido en esa casa
hubiera rezumado su animal.
Se movía si topaba
con el límite.
La propia imagen
de todos los errores,
el terror al fin
tenía una cara
mítica.
Encendiste la luz
y chocó con la pared;
no la piedad, la ley
de semejanza,
la culpa del demonio
se mata con culpa
verdadera.
Golpeaste
una y otra vez,
sonaba a cuerpo contra piedra,
se quebraba, arrastraba el aleteo,
al fin era un insecto
grande
o una muñeca rota.
Entonces cortaste la cabeza,
las membranas,
clavaste una estaca en el corazón
y abriste para ver
que se movía.
Las manos pegajosas,
el piso de un humor
que no era sangre
lo cubriste con diarios,
esa noticia de la mujer
que guardó a su amante
en el freezer.
No podías tirarlo a la basura,
quemaste el cuerpo
y la cabeza juntos
para mirar como algo termina alguna vez
sin dejar restos.
Después dormiste todo el día.
Y ahora alguien dice, en el contestador,
¿venís al club de cine?
por lo tanto es el domingo
lo que perdiste
o la idea del día
y de la noche
o no sabés qué querías
perder.
Aunque el cuerpo no olvida
no encontrás el argumento.
Si entrara ese forense capaz
de encontrar babas y uñas
y huesos calcinados,
demonios, que me cuelguen
pero no me pregunten
por qué.



("otra iglesia es imposible")

viernes, 3 de enero de 2020

Antonio Porchia (1885/1968 )

Vengo de morirme


Vengo de morirme,
no de haber nacido.

De haber nacido me voy.



Si no levantas los ojos



Si no levantas los ojos,
creerás que eres
el punto más alto.



Se me abre una puerta



Se me abre una puerta, entro
y me hallo con cien puertas
cerradas.



("blogpoemas")