A quien corresponda:
El asesinato en Cuernavaca de siete civiles, entre ellos el hijo del escritor y periodista Javier Sicilia, reivindicado por el cártel del Golfo en una nota hallada en el lugar de los hechos, es una expresión más de la inoperante estrategia diseñada por el gobierno de México para combatir el narcotráfico, así como del consecuente fracaso de una guerra cuya verdadera naturaleza se quiere ocultar a través de diversas maniobras, como la de bautizarla con eufemismos destinados a velar la realidad: lucha, combate, ofensiva y varios más. Como se ha vuelto costumbre, de inmediato se ha intentado identificar a las personas asesinadas como miembros de algún grupo de delincuentes. Dado que hace apenas un par de días numerosos medios del país, presididos por Televisa en un acto que se montó y transmitió como uno más de sus programas de entretenimiento, firmaron un convenio entre cuyos acuerdos está el de no referir “detalles” que representen algún tipo de publicidad que le haga el juego al crimen organizado, es probable que estos hechos no se divulguen, o que al hacerlo se escondan los datos que delatan lo que en última instancia constituyen: un acto de terrorismo enderezado contra la población civil. Esta palabra, terrorismo, asusta al gobierno federal, que ha decidido vetarla a toda costa. A la luz del antedicho pacto, es muy posible que periodistas y locutores opten por sumarse al veto a nombre de una supuesta defensa del bien común. Esta es una medida que colinda con la autocensura y que no beneficia al ciudadano de a pie, cuyas posibilidades de defenderse y tomar previsiones dependen del cabal conocimiento de las formas de operar de los criminales, así como de las consecuencias de una táctica de guerra diseñada sobre las rodillas y por lo tanto ineficiente. Hoy más que nunca es preciso que los ciudadanos de todo el país nos unamos a distintos niveles (gremiales, laborales, vecinales, etecétera) para denunciar hechos como el que aquí se menciona, pero también para exigir que se les de la difusión que merecen y que sean atendidos, por parte de las instituciones responsables, como lo que son: actos de violencia que las distintas organizaciones del narcotráfico empiezan a cometer en contra de la sociedad civil. Quienes firmamos esta carta, miembros de la comunidad intelectual y artística del país, demandamos la investigación y el esclarecimiento de los acontecimientos que aquí se mencionan.
(Esta misiva me fue enviada por e-mail o correo electrónico, que en cuanto la leí, autoricé se incluya mi firma de manera incondicional, no porque seamos amigos Sicilia y yo, sino por elemental solidaridad con un padre herido por la pérdida de su hijo, ultimado ayer lunes 28 de marzo en Morelos, otro santuario de sangre como hay tantos en el norte: de San Luis Potosí para arriba. Por ese sentimiento de rabia, impotencia y dolor, se pone a disposición del interesado por si se desea obsequiar su firma.)
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