domingo, 30 de diciembre de 2018

Uriel Martínez (1950 )

La noria


Llevo una semana en cama, mi organismo sólo tolera el agua, en ese lapso dejé el cigarro, el café y mis cuadernos. Es tal la desolación que atraviesa mi vida que me da miedo verme la cara en el espejo. Cuando salgo de casa para ver al médico, desvío la mirada evitando verme reflejado en los aparadores y en los ojos de los niños. En el consultorio me espera una enfermera, me pincha el brazo y me extrae sangre.Luego me coloca una cinta adhesiva antes de irme. Vuelva el lunes.

Salgo del consultorio temprano y en ayunas. Tengo siete días sin salir de casa, como es lógico, el encierro me enferma, no basta con asomar al balcón y ver la rutina de siempre: coches y camiones pasan desde temprano, más tarde oigo las campanas de una de las innumerables iglesias de este pueblo. Salgo del consultorio luego que la enfermera me da cita para el lunes. Atravieso la calle y me interno en la Alameda. Es extraño, se acerca el fin de mes y los corredores, atletas y deportistas no aparecen, se dan una tregua antes de iniciar el siguiente mes; o todos salieron ya a su pueblo. Cuando me acerco a la panadería que está de aquel lado de la calle, imagino el olor del pan a primera hora. Mi organismo sólo tolera el agua y a veces el suero oral que previene contra la deshidratación. Donde termina la Alameda sólo veo a una señora entrenarse en short y cachucha roja. Cuando paso junto a  ella veo que se toca las uñas de los pies con las yemas de los dedos; observo que se alterna el juego de brazos entre una y otra extremidad. Una mujer de setenta años.


Hoy salí temprano después de un baño rápido: experimenté otra vez lo mismo: mientras me enjabono las piernas me ataca una oleada de frío y estornudos. Acelero el fin del aseo y busco procurarme calor con una y otra toallas, me apuro a colocarme la playera de algodón. Salgo al balcón. Son las 10 am. Hay un sol clemente. Me recorto las canas del bigote y regreso a vestirme. A estas horas la temperatura de adentro es más baja que a la intemperie. Salgo a la calle en cuanto puedo. Esperé bus casi por una hora. En la terminal mi camión sale en 90 minutos. Para no esperar haré un transbordo a medio viaje: los 90 minutos salvados los pierdo mientras espero el colectivo que llega a mi pueblo. Eso de ida. De regreso es igual, aunque nunca regreso de ningún lado; es un modo de darle vuelta a la noria.



[Inédito]

jueves, 27 de diciembre de 2018

Eliseo Diego (1920/1994 )

Canción para todas las que eres



No solo el hoy fragante de tus ojos amo
sino a la niña oculta que allá dentro
mira la vastedad del mundo con redondo
[azoro, y amo a la extraña gris que me recuerda
en un rincón del tiempo que el invierno
[ampara. La multitud de ti, la fuga de tus horas,
amo tus mil imágenes en vuelo
como un bando de pájaros salvajes.
No solo tu domingo breve de delicias
sino también un viernes trágico, quien
[sabe, y un sábado de triunfos y de glorias
que no veré yo nunca, pero alabo.
Niña y muchacha y joven ya mujer,

[tu todas, colman mi corazón, y en paz las amo.


("los poetas")

miércoles, 26 de diciembre de 2018

Irene Gruss (1950/2018 )

Rapsodia urbana



...Esto es lo que cae: agua helada
en las manos; lo que das lo recibo
con un espasmo.
Fría, más que helada,
es el agua. Cae de a poco.
Esto es lo que doy:
mi necesidad arde
como una rosa en sereno...


("el poeta ocasional")

martes, 25 de diciembre de 2018

Louise Glück (1943 )

La terquedad de Penélope



Un pájaro llega a la ventana. Es un error

considerarlos solamente

pájaros, muy a menudo son

mensajeros. Por eso, una vez

se precipitan sobre el alfeizar, se quedan

perfectamente quietos, para burlarse

de la paciencia, alzando la cabeza para cantar

pobrecita, pobrecita, un aviso

de cuatro notas, para volar luego

del alfeizar al olivar como una nube oscura.

¿Pero quién enviaría a una criatura tan liviana

a juzgar mi vida? Tengo ideas profundas

y mi memoria es larga; ¿por qué iba a envidiar esa libertad

cuando tengo humanidad? Aquellos

que tienen el corazón más diminuto son dueños

de la mayor libertad.



("eterna cadencia", versión andrés catalán)

lunes, 24 de diciembre de 2018

Louise Glück (1943 )

Caballo



¿Qué te da el caballo
que no puedo darte yo?

Te observo cuando crees estar solo,
y cabalgas en el campo, detrás de la cuadra
con tus manos hundidas
en las oscuras crines de la yegua.

Conozco entonces lo que yace detrás de tu silencio:
tu desprecio, tu odio por mí, por nuestro matrimonio.
Y aún así pides mis caricias. Lloras
como lloran las novias, pero te observo
y noto que no hay pajecitos a tu alrededor.
Entonces ¿qué hay en ti?

Nada, pienso. Sólo la prisa
por morir antes que yo.

En un sueño te he visto cabalgar
sobre los campos arrasados. Luego
desmontas; caballo y tú caminan juntos
en la oscuridad, sin sombras.
Y yo sentía las sombras venir hacia mí
—ellas, dueñas de su albedrío por la noche,
pueden ir a cualquier parte.

Mírame. ¿Crees que no lo entiendo?
¿Qué cosa es el caballo

sino un pasaje fuera de esta vida?


("el poeta ocasional", versión de jorge esquinca)

domingo, 23 de diciembre de 2018

Clyo Mendoza (1993 )

Perro negro mira oculto una catástrofe



Escuché de los hombres que los que mueren sin paz no mueren. Los escuché decir que a veces ni siquiera basta el deseo de morir para que se muera rotundamente. Cuentan historias de gente que todavía muerta recuerda lo que amaba, lo que impulsaba sus puños o la tripa; entonces, dicen, aletean en la matriz de la muerte, contra su pared espesa.

Otros animales dicen que los difuntos sueñan la vida en la muerte, dicen que hablan, que  gritan, que los escuchamos. Que su voz es como la vibración del miocardio. Su voz es un llamado gris y nada registra sus peticiones: el tiempo no reconoce la voz de esos muertos. Parecen estar condenados al mutismo en la historia del mundo, pero logran que algunas noches huelan a su sangre. Porque, dicen, la sangre de los muertos sin paz sigue oliendo y los salvajes que fuimos se despiertan. Creo que esos son los días llenos de ansia: se vuelca el rojo, la gente mata, la gente muere, los perros nos aventamos a las piernas de los corredores, los niños lloran y la violencia atraviesa con la fuerza de su hierro todas las cortezas.

Los perros y los hombres somos bestias, y esos días la estela del animal que siguen siendo, esa vena dura encallada en el silencio, vuelve a palpitar. Entonces los vivos quedamos expuestos, destrozados.

Yo, Perro, que no lloro ni canto, sólo pienso: el amor es la verdadera resistencia, pero está presto siempre a la avería. Yo, que soy sólo un perro y miro desde aquí a las aves, a los árboles,  las madres, los niños y a otros muertos, sólo sé que compartiré lo que hay entre el cielo y la tierra, compartiré con ellos mi tumba.


("periódico de poesía")

sábado, 22 de diciembre de 2018

Miyó Vestrini (1938/1991 )


Valiente ciudadano

                                                                   a maría inmaculada barrios

                                              Morid con el pensamiento cada mañana y ya no temeréis morir.
                                                                           (Tratado Hagakuse)

Dame, señor,
una muerte que enfurezca.
Una muerte tan ofensiva
como a los que ofendí.
Una muerte que soporte la lluvia
de Santiago de Compostela,
y de paso,
mate a los que me ofendieron.

Dame, señor,
esa muerte de la intemperie
que sorprende y tranquiliza.
Haz que esté largando mocos y lágrimas,
suplicando piedad
y deseando muerte ajena.

Haz, señor,
que aquel hombre con piel inédita
reconozca en mí al animal de los olivares.
Que su cuerpo pese sobre el mío
y haga dulce
la entrada al fuego.

Te prometo haberlo visto todo.
La misma culpa con la que nací,
el mismo furor.
Haz, señor,
que esté escuchando a Vinicio de Moraes
y a María Betania
y prometiendo que mañana,
lunes,
me inscribiré en un curso para aprender brasileño.

Que venga la muerte
cuando descubras en mí
alguna oculta intención de poder
y cuando sepas,
por tus informantes,
de mis maniobras para pasar la historia.
Cuando te digan, señor,
que he agotado todos los recursos de la fatiga
sin pedir clemencia,
entonces, señor,
dame duro.
Haz que este golpe que tengo en la frente
por abrir puertas a cabezazos
se ponga
rojo,
latiente,
doloroso.

Supongamos, señor,
que eres el big-bang.
Que ningún territorio escapa a tu vigilancia.
Que los hot-dogs son tema de tu predilección.
Que tu deseo de mí es parte obscena
de tu personalidad.
Entonces, señor,
examina mi estómago abultado
          por los espaguetis de Portofino
          por las favadas del Guernica
          por los pasteles de coliflor de mi madre
          por los largos tragos de cerveza y ron.

Espía, señor, los rostros de mi espejo en el espejo,
             yo, la pusilánime astuciosa
             la del dedo en el aire
             abanicando a la aburrida concurrencia.

Podrías venir al cine, señor.
Veríamos Brazil,
La vaquilla,
Un día de campo,
El cartero y Gatsby.
Me escucharías
sacudida por la risa
y el temor.

Permíteme, señor,
contemplarme como soy:
       el rifle en la mano
       la granada en la boca
       destripando a la gente que amo.

Acuéstate conmigo en la madrugada, señor,
cuando mi respiración es un golpe de piedras
en la corriente del río.

Y verás cómo nada,
   ni siquiera la leche de tus cantares,
puede darme una muerte que me enfurezca.


("periódico de poesía")

viernes, 21 de diciembre de 2018

César Vallejo (1892/1938 )

Algo te identifica...


Algo te identifica con el que se aleja de ti, y es
la facultad común de volver: de ahí tu más
grande pesadumbre.
Algo te separa del que se queda contigo, y es la
esclavitud común de partir: de ahí  tus más ni-
mios regocijos.
Me dirijo, en esta forma, a las individualidades
colectivas, tanto como a las colectividades in-
dividuales, y a los que, entre unas y otras, yacen
marchando al son de las fronteras o, simplemen-
te, marcan el paso inmóvil en el borde del mundo.
Algo típicamente neutro, de inexorablemente
neutro, interpónese entre el ladrón y su víctima.
Esto, así mismo, puede discernirse tratándose del
cirujano y del paciente. Horrible medialuna,
convexa y solar, cobija a unos y a otros. Porque el
objeto huratdo tiene también su peso indiferente,
y el órgano intervenido, también su grasa triste.
¿Qué hay de más desesperante en la tierra, que la
imposibilidad en que se halla el hombre feliz de
ser infortunado y el hombre bueno, de ser mal-
vado?
¡Alejarse! ¡Quedarse! ¡Volver! ¡Partir! Toda
la mecánica social cabe en estas palabras.


(obra poética completa", ed. casa de las americas, la haban, 1975)

jueves, 20 de diciembre de 2018

Elsa López (1943 )


Oigo correr el agua


Oigo correr el agua y cantar las chicharras
y sé que a mis espaldas florecen las magnolias
y se agitan las ramas del pruno y la mimosa.
Duerme toda la casa y mi voz se desliza
y se encarama al norte de tu pecho
y te gime y te besa y no te dice nada.
Escribo con la boca cargada de alfileres.
Y me duelen los ojos.
El corazón no duele, que está alerta a los ruidos
y al latir de los perros.
Esta noche la pena tiene el modo menor de los acordes
que te dejan el piano clavado como espinas.
Cada tecla una nota y cada nota el pulso
–en fa menor la herida– sobre los bordes de la piel.
A rayas la tristeza y el hambre como una cebra en celo.
Así la pena que me recorre el alma este viernes de marzo
como a César, supongo,
pocas horas después de anunciarle su muerte.


("cómo cantaba mayo")

miércoles, 19 de diciembre de 2018

Rosabetty Muñoz (1960 )

El río de la noche



El río de la noche es otro

atravesado y solo en la ciudad que duerme.

Le gusta que le lleve naranjas y poemas

que no le tema y le tema

arrullándome con alemanes hermosos

que miraban el cielo para construir su casa

y hombres tristes que se perdieron tierra adentro.

“La vida les debe lo innombrable”

y me abre los brazos oscuros.

“Podrías dormirte dulcemente”.

Me habla como a una amapola

que tiembla en el viento.



Pero amanece y no es el mismo.

El río de la noche no me reconoce

entre todas las muchachas

que cruzan el puente.


("la poesía alcanza")

martes, 18 de diciembre de 2018

César Vallejo (1892/1938 )

Sombrero, abrigo, guantes



Enfrente a la Comedia Francesa, está el Café
de la Regencia; en él hay una pieza
recóndita, con una butaca y una mesa.
Cuando entro, el polvo inmóvil se ha puesto
   ya de pie.

Entre mis labios hechos de jebe, la pavesa
de un cigarrillo humea, y en el humo se ve
dos humos intensivos, el tórax del Café,
y en el tórax, un óxido profundo de tristeza.

Importa que el otoño se injerte en los otoños,
importa que el otoño se integre de retoños,
la nube, de semestres; de pómulos la arruga.

Importa oler a loco postulando
¡qué cálida es la nieve, qué fugaz la tortuga,
el cómo qué sencillo, qué fulminante el cuándo!


("obra poética completa", ed. casa de las américas, la habana, 1975)

lunes, 17 de diciembre de 2018

Fernando del Paso (1935/2018 )

XLII


De tu soberbia, mar, nada se pierde:
la guardo toda en instante verde.

Cabe en mis ojos tu jactancia, presa,
y tu ira en un puño de turquesa.


("poemar", ed.fce, méxico, primera reimpresión, 2015)

domingo, 16 de diciembre de 2018

Uriel Martínez (1950 )


Temprano



Temprano se escuchó un disparo
antes de oscurecerse la mañana
con parvadas de alas
rumbo al sol.

Muy de mañana alcancé a ver
ojos de animales espantados
y la vibración que provocaron
plumas hacia otros lados.

Visualicé rifles, vi carabinas,
vi racimos de pólvora,
imaginé diábolos en manos
adolescentes.

Eran cazadores luego
de levantada la veda, 
se acercaba el fin
de año, había sed.

Así se conmemoran fiestas, a sangre fría.


[Inédito]

sábado, 15 de diciembre de 2018

Karmelo C. Iribarren (1959 )

El amigo  



Llora cuanto quieras
sobre mi hombro,
desahógate,
cuenta conmigo
para lo que te haga falta.

Pero no te equivoques,
no soy mejor que él:

le envidio
cada una
de tus lágrimas.


("el hacedor de sueños")

viernes, 14 de diciembre de 2018

Ron Padgett (1942 )

Fijación



No es tan duro como subir
a una cruz y tener clavos
en tus pies y manos.
Por supuesto que va a doler, pero
si tu mente fuera suficientemente fuerte
no te darías cuenta. Tú
notarías cuánto más lejos
podrías ver desde aquí arriba, cómo
hay incluso una brisa
que hiela la sangre que chorreas.
Las colinas con olivos se unen
a otras colinas con senderos y cabañas,
rebaños de ovejas en un distante ascenso



Esto por eso




¿Qué voy a tomar para el desayuno?
Desearía tener unas ciruelas
Como las del poema de Williams.
Él se disculpó con su esposa
por comérselas
pero lo que no hizo
fue disculparse con quienes
leerían el poema
y no podrían comérselas.
Es por eso que me gusta su poema
cuando no estoy hambriento.
Ahora mismo no me gusta él
ni su poema. Esto es sólo
para decir eso.




("jampster", vers.diego l. garcía y tito manfred)

jueves, 13 de diciembre de 2018

Irene Sánchez Carrón (1967 )

En los parques



En otoño era fácil darnos a la emoción
de deambular sin rumbo y disfrutar pisando
las hojas en los parques.
Fue antes de que supiéramos que sólo caen las hojas
secas, envejecidas, amarillas y muertas,
como marchitas páginas.
           
Si fuésemos capaces aquí, en este momento,
de sujetar las riendas y frenar el galope,
sin querer llegar nunca,
acariciando el suelo, el aire acariciándonos,
sin saber hacia dónde, sin pensar en el cuándo,
sin final ni principio,
           
y en un girar continuo de palabras al viento,
cerrar todos los libros, quedarnos detenidos,
tender el alma al sol
tenue de los recuerdos que alguna vez quemaron
los labios y los ojos, y que ya sólo son

desorden de papeles.


("poesiaspoemas")

miércoles, 12 de diciembre de 2018

Gastón Ribba (1972 )


Se gasta...



Se gasta la misma
cantidad de yerba
si uno matea solo
pero la mitad de galleta
y el doble de tabaco

Se traga el triple
de vino si uno chupa solo
pero se guarda
el agua del vaso
que no se lava

Se ensucia
media sábana si uno
duerme solo y puede
ahorrar hasta tres cuartos
de jabón si alterna,
noche por medio,
cada mitad del catre

Se escribe el doble
o el triple o más si uno
matea-fuma-chupa-duerme
solo y tal vez por eso
o capaz que sea el
silencio nomás

Un paquete de sopa
alcanza y sobra para
tres resacas y cada
saquito de tilo y cada
tira de clonazepam
rinden dos insomnios

Se miente
más o menos lo mismo
al espejo que a un otro
pero no se gasta
nada de saliva
y las palabras lindas
se guardan
para tiempos mejores
como los manteles
de la mamma y las copas
de la tía y los cubiertos
de la nonna
y la grappa que
guardaban los viejos
a la espera de que uno se hiciera
jinete o doctor o bandido o
algo que valiera
un trago

Se gasta la misma
cantidad de soledad cuando
uno la mezquina que si
la comparte

Se gasta un poco más
los domingos al caer la tarde
que los jueves por la mañana
pero al final la cuenta
siempre cierra

Se gasta la mitad
de gas o leña si uno
matea solo porque
nadie se queja
si el agua y la casa se enfrían
mientras el cenicero
se llena y las sábanas
humean o gotean y huelen
a perro

Se gasta poco y nada
en champú, colonia y hojitas
de afeitar y el doble
o el triple en pilas para
las radios y las linternas
porque las noches
duran hasta cuatro
veces más

Se gasta nada
en pornografía y una fortuna
en electricidad

Se gastan las horas
y los días de antemano

Se gasta a cuenta
el tiempo en nada,
como billete que ya no vale,
de esos que olvidan los
abuelos en un saco y uno
descubre cuando está
por vestirlos para
el cofre

Apuntes para
una breve disertación
sobre la economía
de la soledad


("eg")

martes, 11 de diciembre de 2018

Irene Sánchez Carrón (1967 )

A ver la luna



Los dos vemos la luna.



La tuya está muy lejos,

a miles de kilómetros del suelo.

La mía se pasea

por todos las orillas de la Tierra.



La tuya está compuesta

de no sé qué metales, me comentas.

La mía es miel helada,

fría plata, dolor, desasosiego.



Tu luna es un satélite

que gira solitario en su sistema.

La mía es una diosa

que agita el corazón y las mareas.



Tu luna está en el cielo,

con cráteres, océanos, desiertos.

La mía está en tu cuerpo

con fuego, sal y sed, hambre y deseo.



("antoncastro")

lunes, 10 de diciembre de 2018

César Moro (1903/1956 )

Ataúd


La poesía ya no es un bogavante
Ella bebe su propio ataúd
En una muy vasta pintura hierática y jerárquica
El verdugo de la cuna y la vertiente del camino
Las entrañas emplomadas de nocturnos paseantes
Sobre el silencio un baño de zinc
Para terminar una jornada bien corta
Los centauros llevaban ataúdes en la cabeza
Sus cabezas tenían la forma del rocío


("praderas temporarias", coed. libros magenta-sría. de cultura, méx., 2017, trd. reynaldo jiménez)

domingo, 9 de diciembre de 2018

Eugenio Montale (1896/1981 )

Viento sobre la media luna



El gran puente no llevaba hacia ti.
Te habría alcanzado hasta navegando
en las cloacas, a una orden tuya.
Pero ya las fuerzas, con el sol en los cristales
de los miradores, se iban agotando.
El hombre que predicaba bajo la Media Luna
me preguntó: "¿Sabes dónde está Dios?" Lo sabía
y se lo dije. Movió la cabeza. Desapareció
en un torbellino que arrastró a hombres y casas
y los alzó, muy altos, sobre la oscuridad.

                                                                 Edimburgo



("a media voz", versión de jesús lópez pacheco)

sábado, 8 de diciembre de 2018

Rubén Reches (1949/2018 )

El teléfono de la casa paterna



a la memoria de mis padres
Jane Szichman y Samuel Moisés Reches


Acabo de cambiar el aparato telefónico.

En la casa de mi infancia,
adonde he vuelto a vivir con mujer e hijos.

Desconectado, entre tornillos y pedazos de cable,
el aparato viejo parece esperar en la mesa del comedor
a que se proceda con él a un baño ritual.

Y ahí se está, como resto de un antiguo naufragio
que ha vuelto a tierra firme y se ha puesto a secar:
pierde su envoltura de cosa de humano
en el breve rato que necesita cualquier objeto depositado por el mar
para secarse de siglos de errar sumergido.

Muy pronto me parece que podría vacilar en decir para qué sirve,
qué fue, si es algo que ya estaba en la casa o si lo acaban de traer,
cuando durante cuarenta años por él llegaban y salían voces
que tejieron la historia de un continente perdido en el que yo fui hijo,
y mis propios dedos pequeños giraban su disco para llamar a mis amigos de pantalón corto.

Muchas de las escenas centrales de la historia de mi primera familia
se constituyeron a su alrededor y al cabo de un rato se disgregaron,
¡en este caleidoscopio donde cada pedacito de papel es un ser humano!

Por él se anunciaron nacimientos de seres
que muy pronto iban a decidir exponer sus pechos a las balas de la tierra.
Por él un día mi madre oyó después de cincuenta años
la voz de su hermano soviético que acababa de llegar a Israel
mientras en otra pieza esperaban su turno de hablar tías y tíos.
-Al volver a la pieza cada uno debía transmitir con la mayor fidelidad
las pocas palabras dichas por el hermano mayor
que se había quedado en Moscú porque ya era un hombre y optaba por guerrear
mientras el padre rabino y la madre cuyo vientre había diez veces a luz
decidían emigrar con todos los hijos que pudieran-.
Por él nos felicitaban por casamientos,
-por el de mi hermano primero, por el mío después-.
En los días que precedieron al de mi hermano,
recuerdo las llamadas a la modista, a la confitería, a todo lo que se alquilaba.
Por él dije mis primeras palabras de amor.
Él ocultó el temblor, el enrojecimiento, el rostro demudado
y sólo dejó pasar las palabras casi puras.
Por él mi padre anunció la muerte de mi hermano
después de arrancar su tubo de las manos de mi madre
para abreviar un llamado que los sollozos de mamá rota para siempre
podían prolongar hasta la exasperación.
Por él llamé y me llamaron amigos para decirnos, sin disculpas ni preámbulos,
poemas recién terminados o un verso que acabábamos de modificar en algo,
en días en que no dudábamos, -¡y con cuánta razón entonces!-
de la incondicional disponibilidad del otro,
de que al otro ese poema anunciado o ese verso imperfecto
lo habían mantenido en vilo con tanta intensidad como a uno mismo.
Por él circularon conversaciones clandestinas
con sus circunlocuciones y sus claves.
Las de mi hermano comunista primero, y luego,
muchos años más tarde, las de yo mismo comunista.

Finalmente, de los cuatro, fui yo quien lo desconectó.

Aunque el balance final de sus días entre nosotros no fue bueno,
lo guardo con respeto junto a las herramientas en la oscuridad de un placard.

Al depositarlo, roza levemente un obstáculo y vuelve a sonar su campanilla.

No descubro razones para que yo quiera sacarlo alguna vez de donde está,
pero me digo que las manos que un día lo hagan
no tendrán motivo para actuar con extrema delicadeza
y la campanilla sonará de nuevo.

Porque él reserva gotas de sonido para cuando yo mismo ya no esté.



("otra iglesia es imposible")

viernes, 7 de diciembre de 2018

César Moro (1903/1956 )

Nosotros


Nosotros que no tenemos iglesia ni patria
Nosotros que desertamos del ejército del mundo
Nosotros a quien el amor rechaza
Nosotros que velamos la noche

Llegada la hora de tornar los ojos
Te llamaba en vano amor
He vivido en la mentira
He alimentado la hiel
Pero todo estaría por recomenzar
Y yo diría todavía vivir

Por haberte amado
Lloro sin remedio
Por haberte amado
Pero te amo todavía


("praderas temporarias", trad. reynaldo jiménez, coed. libros magenta-sría. cultura, méxico, 2017)

jueves, 6 de diciembre de 2018

Ángel González (1925/2008 )

A veces



Escribir un poema se parece a un orgasmo:
mancha la tinta tanto como el semen,
empreña también más en ocasiones.

Tardes hay, sin embargo,
en las que manoseo las palabras,
muerdo sus senos y sus piernas ágiles,
les levanto las faldas con mis dedos,
las miro desde abajo,
les hago lo de siempre
y, pese a todo, ved:
¡no pasa nada!

Lo expresaba muy bien César Vallejo:
“Lo digo y no me corro”.

Pero él disimulaba.



("zendalibros")

miércoles, 5 de diciembre de 2018

Margaret Atwood (1939 )

El hombre que existió



En el campo con nieve va abriendo mi marido
una X, concepto definido ante un vacío;
se aleja hasta que queda
oculto por el bosque.

Cuando ya no lo veo,
en qué se ha convertido
qué otra forma
se mezcla en la
maleza, vacila por los charcos
se esconde de la alerta
presencia de animales de la ciénaga

Volverá
al mediodía; o puede que la idea
que tengo yo de él
sea lo que me encuentre de regreso
y con él amparándose tras ella.

Puede que me transforme a mí también
si llega con los ojos del zorro o los del búho
o con los ocho
ojos de la araña

No puedo imaginarme
qué verá

cuando abra la puerta.


("zenda libros",s/c al trad.)

martes, 4 de diciembre de 2018

Cesare Pavese (1908/1950 )

Celos




1

Uno se sienta de frente y se vacían los primeros vasos
lentamente, contemplando fijamente al rival con adversa mirada.
Después se espera el borboteo del vino. Se mira al vacío,
Bromeando. Si tiemblan todavía los músculos,
también le tiemblan al rival. Hay que esforzarse
para no beber de un trago y embriagarse de golpe.

Allende el bosque, se oye el bailable y se ven faroles
bamboleantes -sólo han quedado mujeres
en el entarimado. El bofetón asestado a la rubia
congregó a todo el mundo para regodearse con el lance.
Los rivales notaban en la boca un gusto de rabia
y de sangre; ahora notan el gusto del vino.
Para liarse a golpes, es preciso estar solos,
como para hacer el amor, pero siempre está la noche.

En el entarimado, los faroles de papel y las mujeres
no están quietos con el aire fresco. La rubia, nerviosa,
se sienta e intenta reír, pero se imagina un prado
en que los dos contienden y se desangran.
Les ha oído vocear más allá de la vegetación.
Melancólica, sobre el entarimado, una pareja de mujeres
pasea en círculo; alguna que otra rodea a la rubia
y se informan acerca de si en verdad le duele la cara.

Para liarse a golpes es preciso estar solos.
Entre los compañeros siempre hay alguno que charla
y es objeto de bromas. La porfía del vino
ni siquiera es un desahogo: uno nota la rabia
borboteando en el eructo y quemando el gaznate.
El rival, más sosegado, ase el vaso
y lo apura sin interrupción. Ha trasegado un litro
y acomete el segundo. El calor de la sangre,
al igual que una estufa, seca pronto los vasos.
Los compañeros en derredor tienen rostros lívidos
y oscilantes, las voces apenas se oyen.
Se busca el vaso y no está. Por esta noche
-incluso venciendo- la rubia regresa sola a casa.


("zendalibros", s/c al traductor)

domingo, 2 de diciembre de 2018

Uriel Martínez (1950 )

La repisa



Me encargaron una repisa de roble
para la semana venidera;
he ideado un modelo barroco
que representa el fin del mundo.

Según el modelo esbozado
oralmente, en ese nicho de madera
se colocará una criatura
que exprese el miedo en ojos infantes.

De momento ignoro si sobre ese
objeto se colocará una virgen,
un santo, un alado, una pira
de brazos extendidos o una flama.

No me ha resultado fácil
idearla con tan pocos elementos;
así suelta,sin cabeza ni pies,
ni yo mismo; ni concebirla.

Esperaré que amaine la tolvanera
de imágenes que bullen dentro de mí
para partir de unos cuantos elementos
primarios: fuego, agua, tierra, viento.

Los elementales con los que concebiré este
infierno, esta condena.



[Inédito]

jueves, 29 de noviembre de 2018

Fernando del Paso (1935/2018 )

A manera de haikai


El mar se agota,
cuando se esconde, entero,
en una gota.

Al mar no le da pena
revolcarse en la arena

y hacerse nudo
con la verga del río
negro y desnudo.


("poeMar", ed. fce, méxico, 2015

miércoles, 28 de noviembre de 2018

Wislawa Szymborska (1923/2012 )

Estoy demasiado cerca



Estoy demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
No vuelo sobre él, de él no huyo
Entre las raíces arbóreas. Estoy demasiado cerca.
No es mi voz el canto del pez en la red.
Ni de mi dedo rueda el anillo.
Estoy demasiado cerca. La gran casa arde
Sin mí gritando socorro. Demasiado cerca
para que taña la campana en mi cabello.
Estoy demasiado cerca para que pueda entrar como un huésped
que abriera las paredes a su paso.
Ya jamás volveré a morir tan levemente,
tan fuera del cuerpo, tan inconsciente,
como antaño en su sueño. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca. Oigo el silbido
y veo la escama reluciente de esta palabra,
petrificada en abrazo. Él duerme,
en este momento, más al alcance de la cajera de un circo
ambulante con un solo león, vista una vez en la vida,
que de mí que estoy a su lado.
Ahora, para ella crece en él el valle
de hojas rojas cerrado por una montaña nevada
en el aire azul. Estoy demasiado cerca,
para caer del cielo. Mi grito
sólo podría despertarle. Pobre,
limitada a mi propia figura,
mas he sido abedul, he sido lagarto,
y salía de tiempos y damascos
mudando los colores de mi piel. Y tenía
el don de desaparecer de sus ojos asombrados,
lo cual es la riqueza de las riquezas. Estoy demasiado cerca,
demasiado cerca para que él sueñe conmigo.
Saco mi brazo que está debajo de su cabeza dormida,
Mi brazo dormido, lleno de agujas imaginarias.
En la punta de cada una de ellas, para su recuento,
Se han sentado ángeles caídos.



("zendalibros",trad de elzbieta borkiewicz)

martes, 27 de noviembre de 2018

Rodolfo Häsler (1958 )

Diario de la urraca


Página cinco: viernes. Rua Aurora

                                                                   para alfredo fressia

Cruzando la rua Aurora mira hacia atrás. Cómo menciona
rua Aurora, cómo se atreve si nada le pertenece. Es el inicio
de una transformación, el rufián es codiciado por un puñado
de paseantes, es un incendio, un fuego que se acerca,
un pálpito, una diadema. Ordena su melena frente al cristal,
al borde del abismo, no sabes si el reflejo es real
o una puerta imaginada. No sabes si volver, si lo deseas,
no en vano fuiste alguien, abrazado, lamiendo las manos,
atravesando la calle. Eres la decadencia,
la buscas, adoras lo que un hada te cuenta,
las cuerdas de un arpa que festeja el delirio.
Dejas la rua Aurora y piensas en el poeta, su obra
encerrada en el agua, encantado en un verso,
mientras huyes, te vas, con su contenido.


("espacio luke")

lunes, 26 de noviembre de 2018

Ana Blandiana (1942 )

¿Recuerdas la playa?



¿Recuerdas la playa

revestida de cristales amargos

sobre los que

no podíamos caminar descalzos?

¿El modo en que

mirabas el mar

y decías que me escuchabas?

¿Recuerdas

las gaviotas histéricas

girando en el tañido

de campanas de iglesias invisibles

y los peces como santos patrones,

el modo en que

corriendo, te alejabas

hacia el mar

y me gritabas que te hacía falta

distancia

para contemplarme?

La nieve

se apagaba

enredada entre las aves

en el mar;

con una desesperanza casi alegre

yo miraba

tus huellas en el mar

y el mar se cerraba como un párpado

sobre el ojo, dentro del cual yo esperaba.



("zenda", trad.viorica patea y natalia carbajosa)

domingo, 25 de noviembre de 2018

Juan Vicente Piqueras (1960 )

Vasos de sed


Si dudas de tu sed, si no te atreves
a preguntarle o a ponerle un nombre,
si sólo sabes que buscas un agua
que la sacie y no hallas sino pozos,
y en ellos ecos que te llaman, bebe.

Si la sed al beber desaparece
es que era sólo sed. Sigue buscando.

Pero si crece en ti cuando la sacias,
si quieres no dejar de tener sed
sino seguir bebiendo día y noche
vasos de sed, no hay duda:
puedes llamarla amor, seguir sufriendo,

y saber que no existe quien te guía.


Yo que tú



Yo que tú me amaría, llamaría,
no perdería tiempo, me diría que sí.
No dudaría más, escaparía.
Daría lo que tienes, lo que tengo,
por tener lo que das, lo que me dieras.
Me soltaría el pelo, lloraría
de gozo, cantaría descalza, bailaría,
le pondría a febrero un sol de agosto,
moriría de gusto, no pondría
ningún pero a este amor, inventaría
nombres y verbos nuevos, temblaría
de miedo ante la duda de que fuese
sólo un sueño, me iría
para siempre de ti, de allí, conmigo.
Yo que tú me amaría.
Me diría que sí, me faltaría
tiempo para correr hasta mis brazos,
o al menos, qué sé yo, respondería
a mis mensajes, a mis tentativas
de saber qué es de ti, me llamaría,
qué va a ser de nosotros, me daría
una señal de vida, yo que tú.


("espacio luke")

sábado, 24 de noviembre de 2018

Adília Lopes (1960 )

No me gustan tanto...



No me gustan tanto
los libros
como a Mallarmé
parece que le gustaban
yo no soy un libro
y cuando me dicen
me gustan mucho sus libros
me gustaría poder decir
como el poeta Cesariny
fíjate
a mí me gustaría
es que tú gustases de mí
los libros no están hechos
de carne y hueso
y cuando tengo
ganas de llorar
abrir un libro
no me alcanza
necesito un abrazo
pero gracias a Dios
el mundo no es un libro
y la casualidad no existe
entretanto me gustan mucho
los libros
y creo en la Resurrección
de los libros
y creo en que en el Cielo
haya bibliotecas
y se pueda leer y escribir.



("depósito de objetos perdidos", traducción de alejandro rodríguez morales)

viernes, 23 de noviembre de 2018

Fernando del Paso (1935/2018 )

PoeMar


XV

Soñé que el mar era una sola palabra,
y que yo debía pronunciar su millón de sílabas.
De estertores de azul cobalto encandilado,
se me salía el mar por los ojos
y el nácar que lucían las muchachas,
manchados sus cuellos de efélides
en las que el sol había tejido sus mejores mariposas,
se vio ceñido por lágrimas duras como granos de arroz.
Yo debía, también, pronunciar el millón de muertos
que tiene el mar, y hablar de sus descascarados fuselajes.
Los muertos del mar tienen la boca llena de musarañas
   de gelatina.
Sus cráneos son efímeras escafandras de hulespuma
donde revolotean acezantes polillas encendidas,
y en las que anidan pulpillos cuyos tentáculos
asoman por los hoyos insondables de sus fosas nasales
como si fueran negros mocos espeluznantes.
Los cadáveres del mar sonríen. Sus dientes son ventanas
   del invierno.
Sus caderas, vertederos de inmundicias prístinas.
La noche penetró por sus poros a borbotones
y los inundó con deliquios de aspereza mineral,
hasta volverlos invulnerables a las estridencias y las
  saetas de la luz.
De secretas tempestades polares se alimentan sus
   gargantas.
Los muertos del mar guardan en sus ojos esferas de agua,
   y sus costillares son jaulas de vidrio donde se inflan
   petulantes peces rojos.
Las sirenas tiñen sus inexistentes heridas con la tinta de
calamares resbaladizos, y sus médulas como bambúes se
ensartan en los tragaluces de la cúpula delmar.


("poeMar", ed. fce, méxico, 2015, segunda reimpresión)

jueves, 22 de noviembre de 2018

Isla Correyero (1957 )

Terminal



Sé que voy a morir antes del próximo invierno. Pero he sembrado las patatas, el trigo y las cebollas. Sigo dando de comer a las gallinas y a los cerdos, aunque sé que voy a morir antes de las heladas.

Limpio meticulosamente la casa y los corrales. Me levanto y me acuesto cada día a mi hora. Sigo haciendo la comida y el café. Me limpio los dientes después de las comidas. Sigo leyendo el periódico y cosiendo la ropa. He comenzado una bufanda y unos calcetines para el próximo otoño.

Salgo a la calle a hablar con los vecinos. Estoy pintando la fachada de la casa y las paredes de la casa. Me tomo las medicinas que me ha mandado el médico. Persevero en el rezo de mis oraciones.

He reanudado una amistad que tenía perdida. Canto de vez en cuando. Lloro de vez en cuando. He plantado las flores de mi tumba.

Todavía me enfado con mis hijos si no han hecho los deberes. De vez en cuando voy a la peluquería y una vez al mes voy a mirar zapatos.

He contratado un viaje a la ciudad de Viena y un entierro sencillo. Tengo mi cama preparada y la ropa que me pondrá el amigo que he recuperado.

Cada noche, pienso en las cosas que aún no he podido hacer y, si recuerdo algo, lo hago al día siguiente.

Creo que cuando lleguen los azules momentos del invierno, estaré todavía trabajando.



("no me quites paz")

martes, 20 de noviembre de 2018

Álvaro Mutis (1923/2013 )

Sonata II


Por los árboles quemados después de la tormenta.
Por las lodosas aguas del delta.
Por lo que hay de persistente en cada día.
Por el alba de las oraciones.
Por lo que tienen ciertas hojas
en sus venas color de agua
profunda y en sombra.
Por el recuerdo de esa breve felicidad
ya olvidada
y que fuera alimento de tantos años sin nombre.
Por tu voz de ronca madreperla.
Por tus noches por las que pasa la vida
en un galope de sangre y sueño
Por lo que eres ahora para mí.
Por lo que serás en el desorden de la muerte.
Por eso te guardo a mi lado
como la sombra de una ilusoria esperanza.


("no me quites paz")

lunes, 19 de noviembre de 2018

Circe Maia (1932 )

¿Cómo será?



¿Será posible que uno esté escribiendo,
por ejemplo, esta frase, y nos quede inconclusa?
«Tú no verás caer la última gota
que en la clepsidra tiembla.»
No veremos entonces el momento
previo, el momento
último. Caerá el papel,
la taza de café, o lo que sea.
O tal vez no.
Podría ser la velita que se apaga
imperceptiblemente
sin que ninguna puerta se cierre

y ninguna se abra.


("perros en la playa")

domingo, 18 de noviembre de 2018

Uriel Martínez (1950 )

Cenizas


Nadie tiene en mente irse de este mundo
la víspera me dijo el vendedor de planes
funerarios el lunes; prometió volver pronto,
la siguiente quincena.

Lo vi alejarse como la ambulancia que va
ciega antes del desastre del loco que quiso ganarle
el paso al tren, antes incluso de solicitar
el tanque de oxígeno medicinal de la abuela.

Ya es mediodía del primer día de semana
y no he elaborado el menú caníbal que sacie
esta espera de septiembres, de otoños
por venir, de hojas secas por arder.

Imagino la urna de hueso colmada de cenizas,
el esparcido de las mismas en algún pico del pueblo,
el viento entre las ramas al tiempo que alguien
musita una oración en un latín olvidado.

Veo una Chevrolet amarilla de los años 50
detenida cerca de las vías del Southern Pacific
que traslada al norte coches ensamblados;
carga de coronas de flores para el muerto.

Nadie piensa que un día colgará los tenis,
ninguno elabora un bosquejo de testamento,
ni el índice de sus memorias. Nadie es responsable
de su suerte.


[Inédito]

sábado, 17 de noviembre de 2018

Elsa López (1943 )

Manifiesto



Hoy declara que os ama porque oléis a madera,
porque habéis socavado en su cuerpo una brecha
por donde corren ríos

y vienen a romperse los cristales del sueño.
Las palabras son vuestras
y son vuestras las manos y el miedo que sostienen.
Y son vuestros los nombres
y la pena que lleva por dentro de la sangre.
Son vuestros el paisaje que guarda en la mirada
y el que tiene plantado delante de la casa,
el mar, los aguacates,
y esos amaneceres que esconde en la cocina

y enseña algunas veces tan sólo a quienes ama.



He dispuesto en mi rostro surcos inconfundibles.



He dispuesto en mi rostro surcos inconfundibles.

Me he puesto el delantal de luto
y me he dejado ir al borde de la acera.

(Hay un banco vacío en el que me he sentado
para morir un poco y de una muerte rara.)

Pienso en cómo te quise.
Yo no voy a aclararte de dónde me ha nacido
este dolor que crece a golpe de tristeza.
Pasa gente.
Hace ya mucho tiempo que no te explico nada
porque hace mucho tiempo que perdí la esperanza
de envejecer contigo.
Es domingo.

(El perro es otro espacio.
Una muerte distinta en medio de la calle.)




("no me quites paz")

viernes, 16 de noviembre de 2018

Álvaro Mutis (1923/2013 )

Cada poema



Cada poema un pájaro que huye
del sitio señalado por la plaga.
Cada poema un traje de la muerte
por las calles y plazas inundadas
en la cera letal de los vencidos.
Cada poema un paso hacia la muerte,
una falsa moneda de rescate,
un tiro al blanco en medio de la noche
horadando los puentes sobre el río,
cuyas dormidas aguas viajan
de la vieja ciudad hacia los campos
donde el día prepara sus hogueras.
Cada poema un tacto yerto
del que yace en la losa de las clínicas,
un ávido anzuelo que recorre
el limo blando de las sepulturas.
Cada poema un lento naufragio del deseo,
un crujir de los mástiles y jarcias
que sostienen el peso de la vida.
Cada poema un estruendo de lienzos que derrumban
sobre el rugir helado de las aguas
el albo aparejo del velamen.
Cada poema invadiendo y desgarrando
la amarga telaraña del hastío.
Cada poema nace de un ciego centinela
que grita al hondo hueco de la noche
el santo y seña de su desventura.
Agua de sueño, fuente de ceniza,
piedra porosa de los mataderos,
madera en sombra de las siemprevivas,
metal que dobla por los condenados,
aceite funeral de doble filo,
cotidiano sudario del poeta,
cada poema esparce sobre el mundo

el agrio cereal de la agonía.


("no me quites paz")

jueves, 15 de noviembre de 2018

Ángel González (1925/2008 )

Poética a la que intento a veces aplicarme




Escribir un poema: marcar la piel del agua.
Suavemente los signos
se deforman, se agrandan,
expresan lo que quieren
la brisa, el sol, las nubes,
se distienden, se tensan, hasta
que el hombre que los mira
-adormecido el viento,
la luz alta-
o ve su propio rostro
o -transparencia pura, hondo
fracaso- no ve nada.



("el hacedor de sueños")


miércoles, 14 de noviembre de 2018

Eugenio Montale (1896/1981 )

La anguila



La anguila, la sirena
de los mares fríos que deja el Báltico
para alcanzar nuestros mares,
nuestros estuarios, los ríos
que remonta profundamente, bajo corriente adversa,
de ramal en ramal
y luego de cabello en cabello,
siempre más adentro, siempre más hacia el corazón
de la piedra, filtrando
en acequias de fango, hasta que un día
una luz arrojada desde los castaños
enciende su serpenteo en charcos de agua muerta,
en las zanjas que bajan
de los saltos de los Apeninos a la Romaña;
la anguila, antorcha, fusta,
flecha de amor en la tierra
que solo nuestros barrancos o disecados
arroyitos pirenaicos reconducen
a paraísos de fecundación;
el alma verde que busca
vida donde solo
muerde la aridez y la desolación,
la centella que dice
todo comienza cuando todo parece
carbonizarse, rama seca sepultada;
el iris breve, gemelo
del que engasta tus pestañas
y haces brillar intacto en medio de los hijos
del hombre, inmersos en tu fango, ¿puedes tú

no creerla hermana?


("estación quilmes", trad. jorge aulicino)

martes, 13 de noviembre de 2018

Vicente Gerbasi (1930/1992 )

Los huesos de mi padre



Los huesos de mi padre se perdieron
en el osario común
de Canoabo. Valle de grandes hojas lluviosas,
de insectos que vuelan como abanicos
y montañas que le dan la vuelta al día
y a la noche de los astros.
Los huesos de mi padre
se perdieron en el osario del Universo,
entre las piedras preciosas de Dios
vistas desde la selva mágica
hasta la aurora
que reinventa todos los colores
y el vuelo de las aves
abriendo sus ojos
en el sueño del paraíso.
Los huesos de mi padre suenan
con su color marfil
y se van pareciendo a mis propios huesos
hechos de silencio eterno.


("estación quilmes")

lunes, 12 de noviembre de 2018

Virgilio Piñera (1912/1979 )

El hechizado                                                     


                                    a lezama en su muerte


Por un plazo que no puedo señalar
Me llevas la ventaja de tu muerte:
Lo mismo que en la vida, fue tu suerte
Llegar primero. Yo, en segundo lugar.

Estaba escrito. ¿Dónde? En esa mar
Encrespada y terrible que es la vida.
A ti primero te cerró la herida:
Mortal combate del ser y del estar.

Es tu inmortalidad haber matado
A ese que te hacía respirar
Para que otro respire eternamente.

Lo hiciste con el arma Paradiso
- Golpe maestro, jaque mate al hado –

Ahora respira en paz. Vive tu hechizo.


("estación quilmes")

domingo, 11 de noviembre de 2018

Ángel González (1925/2008 )

Canción de invierno y de verano



Cuando es invierno en el mar del Norte
es verano en Valparaíso.
Los barcos hacen sonar sus sirenas al entrar en el
puerto de Bremen con jirones de niebla y de hielo
en sus cabos,
mientras los balandros soleados arrastran por la superficie del Pacífico sur
bellas bañistas.

Eso sucede en el mismo tiempo,
pero jamás en el mismo día.

Porque cuando es de día en el mar del Norte
—brumas y sombras absorbiendo restos
de sucia luz—
es de noche en Valparaíso
— rutilantes estrellas lanzando agudos dardos
a las olas dormidas.

Cómo dudar que nos quisimos,
que me seguía tu pensamiento
y mi voz te buscaba —detrás,
muy cerca, iba mi boca.
Nos quisimos, es cierto, y yo sé cuánto:
primaveras, veranos, soles, lunas.

Pero jamás en el mismo día.


("el hacedor de sueños")

sábado, 10 de noviembre de 2018

Charles Simic (1938 )

Garabato ilegible



Estos harapos que el espíritu toma prestados
para abrigarse
contra el frío de la mortalidad.
Oh, alambre de púas de palabras tachadas,
corona de espinas,
retiro de ensueños sin salida,
cuentas de preocupaciones derramadas,
posos de café de una vidente,

son mis puntos de apoyo en el abismo.


+++

Seguro como la muerte



Los tortolitos se besuquean en la calle,
el fin del mundo se acerca.
Incluso el veterano amputado
que pide a las colegialas unas monedas
va a irse al infierno apresuradamente,
porque no deja de usar
el nombre de nuestro Señor en vano.
El viejo que sujeta el cartel
con un gesto sombrío en su cara
está seguro de que será el único en salvarse.


(tomados de fb de luis armenta malpica; trad. nieves prados garcía)

viernes, 9 de noviembre de 2018

Pedro Salinas (1891/1951 )



¡Si me llamaras, sí;


¡Si me llamaras, sí;
si me llamaras!

Lo dejaría todo,
todo lo tiraría;
los precios, los catálogos,
el azul del océano en los mapas,
los días y sus noches,
los telegramas viejos
y un amor.
Tú que no eres mi amor,
¡si me llamaras!

Y aún espero tu voz:
telescopios abajo,
desde la estrella,
por espejos, por túneles,
por los años bisiestos
puede venir. No sé por dónde.
Desde el prodigio, siempre.
Porque si tú me llamas
-¡si me llamaras, sí; si me llamaras!-
será desde un milagro,
incógnito, sin verlo.
Nunca desde los labios que te beso,
nunca
desde la voz que dice: "No te vayas."


("el hacedor de sueños")

jueves, 8 de noviembre de 2018

Piedad Bonnett (1951 )

Crepitaciones


Todavía en la carne de aquel que envejeció alienta el deseo,
como en la noche habita la memoria del día
y en medio del otoño el verano persiste a ramalazos.
Su pulsión no es alegre sino sorda
como un eco,
                       y punzante

como el recuerdo abrupto de un olvido.


("cómo cataba mayo")

miércoles, 7 de noviembre de 2018

Amalia Bautista (1962 )

Desnudo de mujer



Para ti nunca fui más que un pedazo
de mármol. Esculpiste en él mi cuerpo,
un cuerpo de mujer blanco y hermoso,
en el que nunca viste más que piedra
y el orgullo, eso sí, de tu trabajo.
Jamás imaginaste que te amaba
y que me estremecía cuando, dulce,
moldeabas mis senos y mis hombros,
o alisabas mis muslos y mi vientre.
Hoy estoy en un parque, donde sufro
los rigores del frío en el invierno,
y en verano me abraso de tal modo
que ni siquiera los gorriones vienen
a posarse en mis manos porque queman.
Pero, de todo, lo que más me duele
es bajar la cabeza y ver la placa:
«Desnudo de mujer», como otras muchas.
Ni de ponerme un nombre te acordaste.


("elhacedordesueños")

martes, 6 de noviembre de 2018

Anna Ajmátova (1889/1966 )

La mujer de Lot

                                                                 Entonces la mujer de Lot miró
                                                                 atrás, a espaldas de él,  y se 
                                                                 volvió estatua  de sal.


                                                                 Libro del Génesis

Y siguió el hombre justo al enviado de Dios,
grande y resplandeciente, por la montaña negra.
En tanto,  una voz penetrante urgía  a la mujer:
no es demasiado tarde, aún puedes mirar.

Mira las torres rojas de tu Sodoma natal, la plaza
en que cantaste, el patio donde  hilabas, de la casa
en lo alto, las  ventanas vacías, la  casa en que tus hijos
nacieron, fruto de unión feliz.

Una  mirada sólo. Y helados en un  dolor de muerte
ya no pudieron mirar más  sus ojos.
Sal transparente se tornó el cuerpo todo
y las  piernas ligeras  en la tierra arraigaron.

¿Y a  esta mujer nadie la llorará?
¿Es figura anodina para ocuparse de ella?
Pero  mi corazón no olvida
a la que dio la vida por una mirada.



("elhacedordesueños", trad. Monika Zgustova y Olvido García Valdés)

lunes, 5 de noviembre de 2018

Nikiforos Vretakos (1911/1991 )


Carta

                                           a themo amurgui 


No tengo una hoja de los viejos árboles verdes.
En este papel te escribo mi tristeza
tan leve que la lleva el viento,
tan buena y tierna que el sol no se sorprende,
noble como el silencio que camina de noche
en la hierba. Simple y pura como el agua que corre
sin que nadie adivine que nació de la tormenta de ayer.
Muchos han muerto. Muchos seguimos viviendo.
Todos estamos heridos.
El mundo pesa de tanto dolor.
Con el silencio del mar recibirás mi tristeza.
Te envío este eterno "no me olvides", es una
luz plegada en una pequeña nube.
Te envío este corderito, pues estás cerca de Dios,
para que lo lleves a su verde jardín.
Te envío este niño con el pie quebrado.
Álzalo hasta la ventana con el Lucero,
cerca del mundo, cerca del sueño.
Cerca de tu bondad cálida como el aliento de una madre.
Cerca de la chimenea donde apoyas la mano en la frente
y sueñas con la felicidad del hambriento, del soldado, del enfermo.
Colócalo cerca de la verde bandera. Cerca del rojo
caballo. Junto a tu madre que rodeada
por los gorriones de enero teje la esperanza.
Colócalo cerca del suspiro de la amistad. Cerca, muy cerca.
Siéntalo y abre como una sonrisa la ventana
para que vea el mundo.
Nada más, querido Themo.
Como siempre peregrinando por la tierra del sol,
te saludo con el ala de mi pena.


("poetas del mundo", s/c al traductor)

domingo, 4 de noviembre de 2018

Uriel Martínez (1950 )

Mar de fondo


1
Finalmente se lanzó la convocatoria en las redes sociales: era una invitación a los escritores nacidos en el pueblo, residentes en el país y fuera de éste. Una convocatoria para concursar con obra en prosa, ya novela, ya testimonio. No había límite de edad ni de lugar de residencia; la única condición era presentarla en español. El premio único y no compartido  de 25 mil dólares en efectivo.

2
La convocatoria apareció simultáneamente en el Facebook de los organizadores, los clubes de paisanos residentes dentro y fuera del país. Apareció no con un mapa del Estado de fondo -se evitó que luciera como un suceso "oficial"- sino con el perfil del águila real con las alas desplegadas. Se emitió en noviembre.

3
Para fines de enero había llegado una decena de obras en igual número de paquetes. El plazo para la recepción se cerraba en abril, esto es, el compás se había abierto por seis meses, en consideración a que era la primera convocatoria en su tipo y de corte internacional.

4
Aunque el uno de mayo ya había expirado el plazo, se decidió ensanchar la espera por dos semanas ante la posibilidad del arribo de obras depositadas en el correo a última hora. No pasó nada, ningún servicio de mensajería dio señales de vida.

5
Éramos tres los integrantes del jurado, entre quienes se repartieron los doce manuscritos que registró el notario. La metodología propuesta fue que cada uno se ocuparía de cuatro originales: de uno mismo dependía si leía cada propuesta completa -hubo manuscritos de más de 400 páginas--, o sólo una parte; la calidad del original daría la pauta para leerla totalmente o suspenderla a las cien o más páginas.

6
Todavía no terminaba mayo cuando leí de un tirón la obra que yo consideraba sería la ganadora. El original me quemaba las manos, latía en la mesa de noche como un corazón recién extirpado. Era un thriller sicológico. Era la primera de las cuatro obras que leía completa. Ignoraba si el autor (a) era primerizo o si el libro enviado a concurso formaba parte de un tríptico o un mosaico de gran aliento; de una saga.

7
El protagonista era el típico antihéroe, el tipo criado en la calle de padres desconocidos, el prófugo de reformatorios, de los centros penitenciarios para chicos sin hogar, el que a los dieciséis se inyecta por vía intravenosa; el líder natural que encabeza motines desde siempre.. Empecé a imaginarlo a retazos y en distintas circunstancias: en un asalto bancario, en un descarrilamiento de trenes, ante una autoridad de cualquier tipo, en un museo, en una catedral. Creo que me empezaba a enamorar de este muchacho. La fecha del fallo estaba en puerta.

8
Para semblantear el terreno, decidí invitar a casa a los otros miembros del jurado una semana antes de vencido el plazo. Les ofrecí café, bocadillos y un trago. Era una tarde soleada. Pronto me percaté que llegaban con las pilas bajas. Era un punto a mi favor, a mi carácter optimista. Uno de ellos, profesor universitario de literatura, propuso declarar desierto el premio; y duplicarlo para el siguiente concurso, a celebrarse cada dos años. Pero sentaría un mal precedente y levantaría sospechas, le dije, era el primero que se organizaba. La otra integrante, la directora de nuestra escuela, le había dedicado poca atención a los cuatro manuscritos turnados con tiempo. Alegó que en casa atiende a un enfermo crónico, su padre. Ella nos propuso ampliar el plazo del fallo, con la promesa de ponerse al corriente. Me tocó mi turno, les hablé de la novela con vehemencia; sin confesarlo les hablé de la obra ganadora.

9
Sin avisarle a nadie, fui a hablar con el notario: lo convencí de abrir las plicas de identificación; ahí estaban los datos del autor de Mar de fondo. Vivía en Arizona, tenía 38 años, era un preso del orden federal; era natural de La Enramada, un pueblo fantasma como hay tantos en Dogville; dos veces divorciado y sin hijos. Estaba emplazado a inyección letal por tráfico de indocumentados, entre otros delitos.

10
Corrí a buscar más datos en Google. En un diario de Los Ángeles leí que desde chico sumó ingresos a correccionales en el país vecino; que a una edad temprana viajó y llegó solo al norte. Había sido ejecutado el pasado diciembre, después de cerrada la convocatoria; apenas había alcanzado a enviar su novela, quizá había encomendado el encargo a alguien desde la misma prisión: un paisano, una enfermera, un predicador o una trabajadora social. Sentí que el mundo se derrumbaba.

11
Cuando me repuse de la impresión, sentí el compromiso de publicarla. Nadie más que yo tenía copia de la obra inédita y póstuma; sólo yo sabía el valor del manuscrito; sólo a mí me interesaba la literatura. Mis colegas eran el modelo del burócrata que trabaja por un salario, por acumular puntos curriculares antes de su jubilación. Les propondría invertir el monto del premio en la edición de lujo de Mar de fondo, mi primera novela.


[inédito]

sábado, 3 de noviembre de 2018

Fabián Casas (1965 )

Despertate



Despertarte a mitad de la noche
y ver en el otro lado de tu cama
a tu mujer llorando
es una experiencia importante.
Quiere decir, entre otras cosas,
que mientras paseabas por los cuartos
iluminados de tu cerebro
algo se estaba gestando cerca tuyo.
Un error con el cual mantenés
una particular relación de intimidad.
Porque aunque no firmemos nada,
ni corramos apurados bajo la lluvia de arroz
pensamos que es para toda la vida
y así seguimos.
Botes, que durante la noche,
quedan amarrados al muelle,
golpeándose entre sí,
según el viento.


("marcelo leites")

jueves, 1 de noviembre de 2018

Carmen Boullosa (1954 )


Darío Galicia: dos intervenciones 


1
Me escribe Juan Pascoe -el primer editor de Roberto Bolaño- que topó en la Librería Madero del centro de la Ciudad de México con Darío Galicia, el poeta, uno de los tres mosqueteros del piquete o Comité Central de los Infrarrealistas, formado también por Bolaño y Mario Santiago. Darío Galicia, un nombre con alturas míticas, que Bolaño cambió en su novela Los detectives salvajes por Piel Divina; no sé por qué. La verdad es que Darío Galicia tiene más jale que ese nombre.

Darío Galicia fue becario Salvador Novo apenas instituidas las becas para poetas jóvenes menores de 21 años, cuando acababa de morir Salvador Novo. En las primeras dos generaciones  fuimos afortunados Verónica Volkow, el dicho Galicia, Francisco Segovia y la que aquí escribe, entre otros.. Me acuerdo de Darío Galicia en la fiesta para dar la bienvenida a los nuevos becarios en el University Club de Reforma casi esquina con Insurgentes. Iba vestido con overoles de mezclilla, muy en contraste con los trajes de los organizadores y otros poetas que por lo menos llevaban saco de pana, la verdad es que yo lo encontré elegantísimo. Darío Galicia, encantador, lleno de espontaneidad y frescura, inteligente, se podría haber comido al mundo, le sobraba ingenio, chispa, energía. Además era muy buen poeta. Aunque perteneciéramos a bandos contrarios, y él fuera gay y yo una muchachita, no sé por qué me perdonó la vida. Sospecho que nos caímos bien, o si fue que él me resultó tan grato que eso bastó para repartir a los dos partes, la suya y la mía. El caso es que por él los Infras nunca me hicieron la guerra.

2
La beca Salvador Novo consistía, cuando la fundaron, en una mensualidad muy sustanciosa, quiero decir 'muy' para nuestros estándares. Esto antes de las debacles financieras del peso mexicano, cuando tenía tres ceros más que hoy, cuando la economía apuntaba a que nos íbamos a ir al cielo, cuando España era pobre y nosotros en relación a ellos un país rico. La beca Novo incluía seguro médico. En lo que a mí respecta, nunca me he sentido más rica. El seguro médico le salvó la vida a Darío Galicia: era becario cuando se le reventó un aneurisma. Tuvieron que hacerle una cirugía del cerebro, de hecho dos. Estoy hablando del año del caldo, principios de los setenta, era casi imposible salir bien librado de una cirugía del cocolín. Roberto Bolaño escribió un poema de la visita que le hizo cuando convalecía de la segunda operación en 1976. Está en su libro Los perros románticos, "Visita a un convaleciente", ahí dice que "con la trepanación" -exageración o libertad poética- a Darío Galicia se le esfumó la memoria, y que su papá opinaba que había una buena nueva en las desgracias,
había perdido su inclinación sexual. Dudo las dos cosas porque topé con él un par de años después y nos reconocimos y porque lo vi -o eso recuerdo- en un antro de los suyos, donde yo tomaba copas acompañando a algún amigo, la única mujer a la redonda. Nunca lo volví a ver. Creo haber hablado con Bolaño de él, los dos lo dábamos por muerto.

3
Pero Juan Pascoe lo vio en la Librería Madero, y no paseaba, no reconocía, no derramaba talento, chispa, ingenio, no estaba comprando libros. Era un mendigo callejero que vociferaba: "Yo soy Carlos Monsiváis" -de quien fue tan amigo-, "Yo soy Carlos Fuentes"- a quien puedo jurar que nunca conoció-.
   Me llegó su e-mail apenas llegar a casa de Madrid, donde fue a dar una conferencia y de pilón me colé a ver la adaptación teatral de la novela póstuma de Bolaño, 2666, que terminó con la proyección de una inmensa fotografía del autor a la que la butaquería llena le aplaudió a rabiar.
   Y yo, claro que al leer el e-mail de Pascoe, no pude sino comparar cómo los países tienen la facultad de ser generosos con sus talentos, o francamente ojetes. Y dejemos de lado a los talentos: no sé si el estado de salud de Darío Galicia, pero si ya no escribe más, si tiene problemas y dificultades, no hay estado que lo proteja. Y si escribe...¡pues lo dicho!
   Por mi parte, un minuto de palabras -el silencio no se me da- por Darío Galicia.



[revista "Día siete", diario El Universal, 13 de abril 2008, secc. "hasta atrás"]

miércoles, 31 de octubre de 2018

José Revueltas (1914/1976 )

Prólogo: "un ser con la bandera herida"





Bien. Comencemos por decir que esta novela de Carlos Eduardo Turón es ignominiosa; algo que merece afrenta, llena, cargada de un lúcido cinismo, despierta, desnuda. Si Bernard Shaw la hubiera escrito, la incluiría -a su manera- entre sus obras "desagradables". Pues esta gran novela de Turón es "desagradable", esto es, crítica. Resulta de ella todo el mexicano, si se toma en el mal y en el "buen" sentido de la palabra. Desnuda es poco decir, puesto que la envuelve un pudor extraño y una extraña y subyacente ternura. Creo firmemente que Turón inaugura en la literatura de nuestro país, los monstruos inadvertidos, ay, quizá los monstruos que tienen piel de espanto y alma de ángel. Turón está lejos de imaginarse el camino atormentado, pero además lúcido -y tantas cosas más-  que le espera en su tarea de escritor. Es de los pocos que ha de desarrollarse vivo, centímetro a centímetro, si es que existe alguna medida para entrar en uno mismo y mirarse, rodearse, no ser nada, no ver ningún límite y no obstante seguir.

No es posible hablar de su literatura sin hablar de él mismo. Transparente, un tanto ingrávido, apenas lo necesario para ver la vida con una poesía irrecomendable, esto es, para ser tomada en secreto, en absoluta clandestinidad del espíritu. Carlos Eduardo -puedo asegurarlo- no tiene pies. Camina sin sentirlo, asido a quién sabe qué columnas invisibles, siempre dándose al cielo. Es algo como un caballo en el mar, expuesto a su propia escultura, una especie de escultura para una nueva Atlántida.

 Su bárbara novela cautiva; es áspera y desnuda; por momentos nos da de bofetadas, pero segundos después nos acaricia: hay un pequeño dios que juega. Debe uno resistir a la barbarie y a la finura, situarse bajo el árbol donde algún harapiento ser nos dice cosas de amor, de desesperación, de indolencia cándida y de ferocidad enloquecida y dulce. ¿Qué podemos decir más? Un monstruo alado, un ángel desnudo, un ser con la bandera herida, que se pregunta, que se pregunta...


                                                                                                                                  2 de febrero de 1976


[preámbulo a edición prima de "sobre esta piedra", editorial oasis, méxico, 1981]

martes, 30 de octubre de 2018

Juan Manuel Villalba (1964 )

Sin luna



Aléjate, descansa de la luna
que más tarde será viento brillante
castigando a los árboles sin tregua.
Los cubre con su plata envejecida.
Aléjate de su luz lenta, cruda,
que pretende mentirte silbando en tus oídos
igual que un niño enfermo y contagioso.
La luna trae puñales disueltos en el aire
que quieren engañarte con sus cuentos.
No hagas caso. La luna te seduce,
te quiere como un alma en su bolsillo,
hipnótica y confusa, te quiere para sí.
La luna es la antesala del desastre,
la alfombra de las ráfagas de viento,
del cielo y sus maldades, mandando un canto frío
que rapte tu descanso y mine tu confianza.
Yo así lo aprendí, aléjate y no mires atrás.
La luna es un invento de alguien que escribió.
O nada o luna, elige con premura,
no mires hacia arriba, no caigas en su pozo
igual que yo lo hice, no puedes permitirte
beber de su crueldad. No mereces permitirte
estar tirando versos media vida
igual que yo lo hice cayendo en su locura.
Si acaso, de reojo, salúdala con tiento,
respira y disimula. La luna es el comienzo
de mil noches de tinta malgastada,
de miles de problemas sin respuestas,
de versos y delirios confundidos
por no escapar a tiempo de su ojo nuclear.
La luna ha envenenado este poema,
yo quiero protegerte, salvarte para siempre.
Déjame a mí la luna, libérate sin miedo.
Mi caso está perdido. Tú aún estás a tiempo
cargando entre mis hombros su blanca tempestad.


("father gorgonzola")

lunes, 29 de octubre de 2018

Lêdo Ivo (1924 /2012 )

Incluso cuando solitario



Preparé una fogata en el bosque
para calentar a los que lejos de mí
están sintiendo frío.
Con la harina más pura hice el pan
para nutrir a los que cerca de mí
están sintiendo hambre.
Cavé un pozo y encontré
el agua prometida
para los que mueren de sed.
Soy agua, fuego y pan. Y a las sombras de los remotos horizontes
no las separo de las voces que están cerca.
Soy lejos y cerca en los claros abiertos
o en el bosque cerrado, en el silencio
de la flor que se abre.
Y fluido como el agua y duro como las rocas
estoy siempre donde está el dolor del mundo.
Incluso cuando solitario camino entre los hombres.



("life vest under your seat", s/c al traductor)

domingo, 28 de octubre de 2018

Claudio Rodríguez (1934/1999 )

Cielo



Ahora necesito más que nunca
mirar al cielo. Ya sin fe y sin nadie,
tras este seco mediodía, alzo
los ojos. Y es la misma verdad de antes
aunque el testigo sea distinto. Riesgos
de una aventura sin leyendas ni ángeles,
ni siquiera ese azul que hay en mi patria.
Vale dinero respirar el aire,
alzar los ojos, ver sin recompensa,
aceptar una gracia que no cabe
en los sentidos pero les da nueva
salud, los aligera y puebla. Vale
por mi amor este don, esta hermosura
que no merezco ni merece nadie.
Hoy necesito el cielo más que nunca.
No que me salve, sí que me acompañe.


("life vest under your seat")

sábado, 27 de octubre de 2018

Eugénio de Andrade (1923/2005 )

Eros



Nunca o verão se demorara
assim nos lábios
e na água
– como podíamos morrer,
tão próximos

e nus e inocentes?



("canaldepoesia")

viernes, 26 de octubre de 2018

Circe Maia (1932 )

Cruzando a pie una zanja



Descalzándose
se puede atravesar paso a paso
muy despacio
por piedras, por arena
por el medio del agua que te ignora
y pasa velozmente.

¡Tanta prisa por nada!
pero allá va por arriba de aquellas
piedras chatas, saltando
por encima de otras
que resisten.

No va así, tan veloz, el pensamiento.
Como esos pequeños remolinos
que se veían en la superficie
gira sobre sí mismo.


("otra iglesia es imposible")

jueves, 25 de octubre de 2018

José Agustín Goytisolo (1928/1999 )

El aire huele a humo



¿Qué hará con la memoria
de esta noche tan clara
cuando todo termine?
¿Qué hacer si cae la sed
sabiendo que está lejos
la fuente en que bebía?

¿Qué hará de este deseo
de terminar mil veces
por volver a encontrarle?

¿Qué hacer cuando un mal aire
de tristeza la envuelva
igual que un maleficio?

¿Qué hará bajo el otoño
si el aire huele a humo
y a pólvora y a besos?

¿Qué hacer?¿Qué hará? Preguntas
a un azar que ya tiene
las suertes repartidas.



("poesi.as")

miércoles, 24 de octubre de 2018

W. B. Yeats (1865/1939 )

Recuerda la belleza olvidada



Cuando te estrecho entre mis brazos
arrimo al corazón una belleza
que se extinguió del mundo hace ya mucho;
coronas enjoyadas que al huir sus ejércitos
los reyes arrojaban a lagunas sombrías;
cuentos de amor que damas soñadoras
hilvanaban con seda
en telas que ha mordido la polilla asesina;
rosas que desde siempre
las doncellas prendían a su pelo,
lirios frescos como el rocío
que las damas lucían por pasillos sagrados
donde el incienso alzaba tales nubes
que sólo Dios podía abrir los ojos:
pues aquel pecho pálido y aquella mano persistente
provienen de una tierra más sumida en el sueño,
de un tiempo más sumido en el sueño que el nuestro;
y cuando entre dos besos tú suspiras
escucho suspirar a la blanca Belleza
por la hora en que todo ha de morir como el rocío,
mas llama sobre llama, abismo sobre abismo
y trono sobre trono, sumidos en letargo,
el peso de la espada en sus férreas rodillas,

cavilan sus altivos misterios solitarios.


("perros en la playa", trad. jordi doce)

martes, 23 de octubre de 2018

José Watanabe (1945/2007 )

La natividad



Esta es tu patria, hijo mío,
un establo donde tu madre
ya duerme
de regreso a nuestra especie:
hasta ahora
ella era un animal mítico: el vientre
avanzado
y habitado
por Ti, entonces voraz nonato,
que le consumías hasta los huesos.

Soy un hombre añoso, he visto
todo. Sin embargo,
me sobrecoge mirarte, mi recién nacido:
a pesar de las madres
todo niño está abandonado
sobre la vastedad de una tierra callada.

Tu madre,
muchacha todavía sorprendida
por Ti, no cantó
una canción de cuna. Mirándote
sólo murmuró inacabablemente:
es espantoso esperar de Él
lo que esperan.



("marcelo leites")

lunes, 22 de octubre de 2018

Alfredo Fressia (1948 )








Impudictia


En mi lecho no has sido
el mejor de los amantes, Fabio,
ni has brillado en la guerra
ni en las cacerías.

Pero en el claro de luna
yo lamo el semen de la noche
en tu cuerpo de hombre joven.

Tú te dices poeta
y, aunque no me lo perdones,
Fabio, el poeta soy yo.


("poeta en el edén", la cabra ediciones, méxico, 2012)

domingo, 21 de octubre de 2018

Uriel Martínez (1950 )

La flaca



La flaca de enfrente llega
temprano, de lunes a sábado
pasa la escoba por el porche,
el patio y después recoge las hojas
que el viento desprende de árboles.

La flaca deja temprano a sus chicos
en la escuela, les prepara el lonche
a primera hora de la mañana.
Como es su costumbre los bendice
y besa a cada uno en la mejilla.

Los hijos de la flaca saben
que cada mediodía regresarán
solos a casa, que mamá trabaja
para todos.

Cada mañana la flaca de enfrente
me saluda y me desea un día de ventas
buenas, de relaciones públicas
de primera. Ella no lo sabe
pero llevo una medallita de cobre
en el pecho con su nombre.

Que el Señor la guarde por muchos años,
dice mi amuleto.


[Inédito]

sábado, 20 de octubre de 2018

Ramón López Velarde (1881/1921 )

El son del corazón



Una música intima no cesa
porque transida en un abrazo de oro
la Caridad con el Amor se besa.
¿Oyes el diapasón del corazón?
Oye en su nota múltiple el estrépito
de los que fueron y de los que no son.
Mis hermanos de todas las centurias
reconocen en mi su pausa igual,
sus mismas quejas y sus propias furias.
Soy la fronda parlante en que se mece
el pecho germinal del bardo druida
con la selva por diosa y por querida.
Soy la alberca lumínica en que nada,
como perla debajo de una lente,
debajo de las linfas. Scherezada.
Y soy el suspirante cristianismo
al hojear las bienaventuranzas
de la virgen que fue mi catecismo.
Y la nueva delicia, que acomoda
sus hipnotismos de color de tango
al figurín y al precio de la moda.
La redondez de la Creación atrueno
cortejando a las hembras y a las cosas
con un clamor pagano y nazareno.
¡Oh, Psiquis, oh mi alma: suena a son
moderno, a son de selva, a son de orgía

y a son marino, el son del corazón.!


("poetaspoemas")

viernes, 19 de octubre de 2018

Aurelio González Ovies (1956 )

Un vómito de sangre


UN vómito de sangre                 
                                   
mató a mi abuela;                   
                                   
estaba en la cocina, cardando       
                                   
lana, y cayó como un pájaro.       
                                   
Mi abuelo navegaba y cuando un día 
                                   
arribó                             
                                   
se colgó de una viga.               
                                   
Murió loco de pena, se comentaba.   
                                   
Dicen los que lo vieron             
                                   
aquellas tardes                     
                                   
que orinaba en las manos y se reía, 
                                   
y se arrancaba el pelo y se reía,   
                                   
y comía las hojas de la higuera.   
                                   
Y que compró jilgueros y malvises   
                                   
y gallinas y gallos                 
                                   
y que tapió las puertas y ventanas 
                                   
y se encerró... y nada,             
                                   
se colgó de la viga.               
                                   
Mi abuela era muy joven;           
                                   
dejó a mi madre                     
                                   
con cuatro años cumplidos           
                                   
y a su hermano de seis,             
                                   
Aurelio, como yo,                   
                                   
a quien, hacia los treinta,         
                                   
le reventó la aorta. No sufrió     
                                   
apenas.                             
                                   
A mi madre la sangre               
                                   
le dio siempre también bastante     
                                   
guerra.                             
                                   
Que nada..., como                   
                                   
suele decirse, en esta             
                                   
puta vida                           
                                   
una pena se cura con otra           
                                   
pena                               
                                   
y una herida se cierra             
                                   

con otra herida.


("poetaspoemas")

jueves, 18 de octubre de 2018

Alfredo Fressia (1948 )

Santo Domingo mulato


La Iglesia y la Cárcel Real bajo la luna,
souvenirs de la Conquista, espectros íntimos
del siglo XVI en la Hispaniola.
Él me esperó tras el Alcázar de Colón
con el viejo walkman al oído
y una flor de caoba para la suerte.
Apresé su carne
y su alma
en mi boca, mi hostia
sucia y sagrada.
Después me fui por la calle del Conde,
limpias las comisuras de los labios.
Un tambor escapaba del centro de la isla.


("poeta en el edén", la cabra ediciones, méxico, 2012)

miércoles, 17 de octubre de 2018

Enriqueta Lunez (1981 )







Hincada


Hincada ante mi cruz
añoro la muerte,
mi espalda carga tu maldad,
mi cuerpo el poderío de tus brazos.
Niño-hombre, en mi vientre guardo tus temores.


+++

Kejelun


Kejelun chkok'itajba ta yichon kjurus
ta jvul ko'nton, ta jk'an jchamel,
jkuchoj ta jpat apukujil
Ka'vinoj ta jbektal syalal ak'obtak.
Kuni malal, jnak'oj ta ko'nton axi'elal.



("cantos de luna/ Sk'eoj", pluralia ed., méxico, 2013)

martes, 16 de octubre de 2018

George Bacovia (1881/1957 )

Poema final



Debo beber para olvidar lo que nadie sabe,
escondido en el profundo sótano, sin decir una palabra,
solo para fumar,  desconocido a la gente.
De otro modo es difícil, aquí, en este mundo...

En la calle la vida y la muerte bullen
permitiendo a los poetas llorar sobre su vanos poemas...
Yo sé...
Pero el hambre terrible no es ni sueño ni broma;
ni el plomo, la tormenta, el desgaste
y el fin...
Historia contemporánea:
es hora... todos mis nervios lo desean...
Oh ven de una vez, magnífico futuro.

Debo irme para olvidar lo que nadie sabe,
contraído por crímenes burgueses, sin decir nada,
solo para perderme el mundo, desconocido por todos.
De otro modo es difícil aquí... en la Tierra.


("contigo", inédito, versión de alqs garrigóz)

lunes, 15 de octubre de 2018

Robin Myers (1987 )

La ex novia de mi novio me corta el pelo en Belén



Hace mucho, él la amó
y por un largo tiempo.
Toma un mechón de pelo mío en un puño.
Arriba, el cielorraso se arquea
como las costillas de una ballena destripada.
Me siento en una silla en el rellano.
Me dice: “No te va a doler ni un poco.”
Cuando me muevo, una mano entonada por el alcohol
me corrige, sosteniéndome la sien.
Está oscuro. Él espera adentro,
como si siguiese el ejemplo
de la luz. No puedo parar de acordarme
de dónde estoy. Al final de la calle
está la panadería que abre de noche, el negocio de la esquina
con sus estantes llenos de Raid y huevos,
la cueva donde Jesús se atragantó
con sus primeras bocanadas de aire mohoso.
La tijera me tira del pelo
y me lo corta apenas
debajo de los hombros. Shhh, tranquila,
dice ella. Está rapada
al ras. Todavía no sé
contar en su idioma.
Después voy a aprender y a olvidarme de nuevo.
Listo, anuncia con
una brusquedad que es casi ternura.
Mucho mejor. El camión que reparte
las garrafas de gas canta su triste canción.
Empieza a llover. Ella enciende
otro cigarrillo. Adentro,
él me toca la frente,
sonriendo, y parece sorprendido,
el espejo de su cara oculta
si estoy cambiada o estoy

exactamente igual.


("opcitpoesia", trad. ezquiel zidenwerg)

domingo, 14 de octubre de 2018

León de Greiff (1895/1976 )

Más breve



No te me vas que apenas te me llegas,
leve ilusión de ensueño, densa, intensa flor viva.

Mi ardido corazón, para las siegas
duro es y audaz... para el dominio, blando...

Mi ardido corazón a la deriva...
No te me vas, apenas en llegando.

Si te me vas, si te me fuiste... cuando
regreses, volverás aún más lasciva
y me hallarás, lascivo, te esperando...


("otra iglesia es imposible")

sábado, 13 de octubre de 2018

Adélia Prado (1935 )

Tregua



Hoy estoy vieja como quiero estar.
Sin ninguna estridencia.
Cambié todos los deseos por recuerdos
y una tacita de té.

+++


Trégua


Hoje estou velha como quero ficar.
Sem nenhuma estridência.
Dei os desejos todos por memória
e rasa xícara de chá.


("cómo cantaba mayo", trad. diana bellessi)

viernes, 12 de octubre de 2018

Jorge Teillier (1935/1996 )

Bajo un viejo techo



Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
y el niño que hay en mí renace en mi sueño,
aspira de nuevo el olor de los muebles de roble,
y mira lleno de miedo hacia la ventana,
pues sabe que ninguna estrella resucita.


Esa noche oí caer las nueces desde el nogal,
escuché los consejos del reloj de péndulo,
supe que el viento vuelca una copa del cielo,
que las sombras se extienden
y la tierra las bebe sin amarlas,
pero el árbol de mi sueño sólo daba hojas verdes
que maduraban en la mañana con el canto del gallo.


Esta noche duermo bajo un viejo techo,
los ratones corren sobre él, como hace mucho tiempo,
pero sé que no hay mañanas y no hay cantos de gallos,
abro los ojos, para no ver reseco el árbol de mis sueños,
y bajo él, la muerte que me tiende la mano.


("rua das pretas")