El taxi
Me gritó Espérate, no te mueras
pero ya cargaba mis maletas
rumbo a ninguna parte. No
me podía detener ni apartarme.
Luego, aunque seguí escuchando
esa y otras súplicas: Papá,
Nos haces falta, No te mueras,
cada vez fueron más inaudibles.
Así seguí, con la cabeza
gacha y los oídos taponados,
yo esperaba al cura y sus
trebejos santos.
Pero nunca llegó. En la esquina
tomé el taxi que ya me esperaba.
{Inédito}
No hay comentarios:
Publicar un comentario