Rosa negra
Guardé no sé cuando en el libro
de Bécquer aquel de las oscuras golondrinas
una rosa que al paso de las noches
se hizo negra, negra oscura.
Profunda como algunos pubis
que a diferencia del mío, que es blanco
y ralo, que fueron tupidos y de cierto
(desierto) olor característico por desaseo
-decía-, falto de jabón y agua
Un día hube de abrir aquella página
ya tonsurada por años y polilla,
la abrí, la abrí, la abrí, y ahí
estaba ese amor que no muere
(porque al último muere el recuerdo
con uno)
Sí, ahí estabas de cuerpo presente, entero
como un árbol o un soldado que espera
descienda la bandera, en tarde tormentosa.
(Ïnédito)
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