La costurera
La costurera aceptó un regalo:
el colchón donde engendré tu sepultura,
el altar en que ofrendé noches
y madrugadas al fantasma
que todos esculpimos
morosamente, sin admitir que
elaboré un mono de hule,
relleno de aire de pulmón,
de plumas sin peso ni sustancia.
A destiempo abandoné el barco,
las alas de ícaros, la cera
que me arrebató el sol
hasta perderme inconsciente
entre breñales.
[Inédito]
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