Oscuro arcángel
Ya no temo al diablo. Temo más
─mucho más que a su horror de cuando niño─
a su terrible ausencia, esa certeza
de que sólo esté Dios y que no tenga
para vivir más que virtud y cielo,
sin comezón ni sal,
sin el veneno tan ebrio de la carne.
Jamás temí al arcángel del pecado.
Tampoco a su belleza. Temo, sí,
que me pase de largo por la vida
y ni me tiente apenas, ni me mire,
o que vaya a mirarme con piedad.
¡Oh, ven, Luzbel, a mí! Bórrame el sueño
maldito de lo eterno y hazme sólo
mortal entre las bestias. Tú, que has visto
de cerca a Dios y renunciaste al Cielo
por la lujuria de la sangre, bésame
y que sea tu boca quien delate
mi nombre a los esbirros de la Muerte.
("trianarts")
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