Café
Rodeado escribo,
me aíslo en el barullo,
dejo descortezarme
hasta encontrar la voz que busco
(no escribo nunca con la mía),
y así me gano, entre estas voces,
mi escritura,
y todos vienen a lo mismo,
a consumir no el desayuno que ordenaron,
sino este vocerío,
porque el bullicio es nuestra cafeína.
("alguien de lava", editorial era, méxico, 2002 )
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