sábado, 14 de julio de 2018
Gabriel Jiménez Emán (1950 )
Oda a los licores en las tabernas
a orlando araujo
Luego de una noche parecida a un día despierto
Me dirigí a una de tantas barras
A consultar el oráculo de la existencia
Y éste me dijo lo siguiente sobre mi porvenir en las cálidas barras:
De la cerveza que remoja la memoria en canciones de antes
Es una cerbatana saltando de una a otra hoja húmeda del cuarto de baño
Una dulce agua egipcia para refrescar el alma
Con su espuma densa y seca ha sido nuestra cónyuge desde el bachillerato
Lloviendo sobre cada suspiro y cada congoja
Del whisky como oro en los placeres desconocidos debo decir que nunca
Me ha dejado plantado el muy pícaro siempre me sigue a las alcobas
Tratando de interpretar mi corazón
Salta sobre las sábanas como un animal rubio
Los hielos lo aman licúan sus lágrimas en la mañana
En cambio el transparente vodka me devuelve la memoria
Sobrelleva los recuerdos y los conduce por pasillos brillantes
Desenfunda sus limones y pone a conversar los tonics en patios verdes
Siempre es una promesa que me nombra con sus labios fragantes
La olorosa ginebra le hace competencia en tardes de piscinas
Transparencias turquesas se ahogan en los crepúsculos tratando de salir a flote
Nadando de la cosmopolita Italia viene el Campari a buscarnos
En la adolescencia nos hace probar su amargo sabor de mujer
Entonces nos sentimos más despiertos para compartir la sinuosa tarde
La ancha tarde de los bulevares primorosos
Cuba cubata libre azarosa de rones del trópico
Me hiciste sentir un marino en medio de puertos que decían adiós
Me hiciste oler a barril envejecido de barcos
A trasatlántico asombrado que se pierde en el humo
Mientras las melancólicas gaviotas custodian los caprichos del mar
Y qué decir de los bosques perdidos del anís
Donde la adolescencia se esfumó entre los tocadiscos en plazas y parques
Ahí donde la música salsosa nos sorprendió estudiando biología
Pero era más parecido a la palabra álgebra
El anís turgente blanqueado a veces con el cálido hielo del espíritu
La menta la fragante menta verdiblanca que en el centro de las mesas del gran restorán
Se desliza bajo los manteles y sopla con su aliento de golosinas callejeras
Y el brandy aquel que se derramaba en el páramo en busca de las nieves
Su olor espeso por sí solo me hacía palpitar las sienes y tenía que dejarlo
Qué lástima por ti brandy aunque pude vengarme en España por obra de los carajillos
De los cafés de las cinco de la tarde a orillas de las ramblas
Y dónde están ahora vinos míos arenques misteriosos reclamados por las uvas
En los prados de Francia o Chile
Qué importa son ellos vinos blancos en botellas ámbar ahora descorchadas quienes me permiten recordar
Los queridos diciembres míos donde baño mi nostalgia en vino tinto
En sedoso vino que curte mi lengua y la hace apta para el amor
Para probar la lengua de mujer con aliento de guanábana
El vino afrutado que busca a su hermano el queso en los rincones de las cocinas
Y las migas de pan en los desórdenes de la mañana
Uva amada mía madre de todos los vinos de esta tierra increíble
Yo te amo en tu verde dulce pequeñito o en tu glotón estado de rojo gozoso
En tu rosado paso por la brevedad de la vida
O tú lujoso champán que suenas en las fiestas donde van mujeres
Con jugosos senos orlados de vestidos negros y rubias pelucas
Joya de la espuma champán te pareces a un príncipe solitario te pareces
A los campos fértiles donde los buenos libros explayan su luz
Licores de todos los nombres vosotros me habéis dado de puntapiés en la conciencia
Me habéis castigado duro con vuestro terrible alcohol
Me habéis hundido en gloriosas pesadillas y hecho delirar al borde del viaje
En los ríos en las habitaciones desoladas de los suburbios
En los departamentos alquilados por viudas de ojos tristones
En los penthouses de los hoteles de cinco estrellas cabizbajas
En la soledad de las cocinas donde cavilo mientras trabo amistad con las moscas
Enajenado por el dulce suicidio he dejado mi pistola de píldoras
Al borde de la mesa de noche
Y he vuelto otra vez a la vida He caminado por las aceras como si
Estuviese naciendo
Naciendo ahora estoy al invocarlos compañeros crueles
Que aguardáis en las tabernas tan quietos
Tan míos y puntuales
Como mi nombre
("editorial letralia")
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