Ulises
Esta mañana ha escapado el muchacho y regresa
esta noche. Se sonreirá burlón. A nadie
querrá decirle qué comió en el almuerzo. Tal vez
tendrá los ojos pesados y se irá a la cama en silencio:
dos zapatos embarrados. La mañana era azul,
tras las lluvias de un mes.
Por la fresca ventana
corre amargo un olor de hojas. Pero el viejo
no se mueve de la oscuridad, no tiene sueño de noche,
y querría tener sueño y olvidar cada cosa,
como en otro tiempo al regresar de un largo camino.
Para calentarse, gritaba y pegaba.
El muchacho, que está por volver, no recibe más cachetazos.
El muchacho comienza a ser joven y descubre
cada día alguna cosa y no le habla a nadie.
No hay nada por la calle que no pueda saberse
sentado frente a esta ventana, pero el muchacho camina
todo el día por la calle. No busca aún mujeres
pero ya no juega en el piso. Regresa cada vez.
El muchacho tiene un modo de salir de casa
que, quien se queda, entiende que ya no hay nada que hacer.
("otra iglesia es imposible", versión j. aulicino)
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