domingo, 3 de junio de 2018

Uriel Martínez (1950 )

El veneno



A veces amanece calladamente
como una sábana tendida al sol
y al viento; como un ojo
que ya parpadea sin sueño.

De pronto las lámparas encendidas
se tornan inútiles, inútiles como
un pañuelo perdido en la distancia,
cuando alguien ha dejado de filmar
y los espectadores han salido.

Sí, hay días así, se van lentos
como una sed que se apaga
con un solo vaso de agua,
como garganta agradecida.

Yo soy de esos que se beben
un poema lento, una escritura
que corre por las venas como veneno
que tarde o temprano hará su tarea.

Un tósigo callado, inexorable.


[Inédito]

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