Los huesos de mi padre
Hace más de veinte años que murió
y no renovamos el derecho de sus huesos
a permanecer en el nicho.
De mi parte fue intencional.
A mi padre no le gustaba estar encerrado.
Ojalá un sepulturero los haya vendido
y haya comido algo especial con su mujer y sus hijos
o se haya tomado unos vinos
en rueda de amigos.
Y con esos huesos un joven estudie medicina
-esos huesos largos y bien formados-
sin pensar en la muerte.
La forastera
Durante muchas noches de insomnio
he vagado
aterida
por la Ciudad del Pasado.
No llevaba planos
no llevaba guía
no llevaba lámpara.
Como sonámbula
esquivaba los peligros.
Como a forastera
ellos me asaltaban.
Bellos rostros que se abrían como flores
cuerpos del amor…
No pude encontrar mi casa.
Esa Ciudad por la que vagué
fue moldeada
con grandes emociones
con grandes deseos.
Así también
de grande
es su cementerio.
("de sibilas y pitias")
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