Creación
Cansado, el escultor regresa al trabajo,
y ve erguirse de la piedra la figura que soñó. Un cuerpo
joven, al que dio la desnudez del sol; y un sexo ambiguo,
escondido tras un velo que dudó en rasgar como
si no quisiese determinar si las formas del busto
pertenecían a hombre o mujer. Pero el conjunto
tenía un movimiento que obedecía al soplo del deseo
y él mismo deseaba que el andrógino se revelase
en aquel rostro al que no infundió la expresión
final, pues aún buscaba el modelo. Y, en ese momento,
supo que nunca terminaría la estatua para
que ni él mismo supiese en qué dirección
iba su voluntad, y se entregase al vacío
de aquellos labios, a la indecisión de los párpados, a unos senos
apenas esbozados, como si tuviese ante sí
un espejo, y el espejo devolviese a su espíritu
la duda sobre sí mismo.
Dedicatoria
Para ti, de cuerpo abierto como la taza del
horizonte, donde se derrama el vino fresco
de la madrugada, es el poema que los dioses
olvidaron en una antigua encrucijada. Te leo
con la voz del viento cada una de sus
palabras; y ellas se sueltan del verso, como insectos
luminosos, robando a tus ojos un
escenario de claros y colinas.
En el suelo, donde la toalla del amor se extiende,
nacieron las flores inextinguibles de la mañana. Cuento
sus pétalos en un ejercicio de lenta
matemática, dando color a cada número; y
tus dedos se tiñen de su fulgor,
robando a la tierra los verdes que la primavera
declina, y al cielo los tonos de azul con que
el verano llenó tu sombra.
Sacrifico al rigor de la imagen el perfil
que la transparencia sueña; y saboreo el agua
fresca del riachuelo que corre en tus labios,
cuando me hablas, y todas las aves se juntan
en tu regazo de nube. Después, cae lenta la túnica
de la tarde; y un resto de melancolía envuelve
el gesto que hace madurar el deseo,
como un fruto, cuando los cuerpos caen.
Tú, cuyas manos se liberan del espejo,
diseñando la línea que el sueño atraviesa.
("índigo horizonte", traducción nuria p. serrano)
No hay comentarios:
Publicar un comentario