domingo, 14 de agosto de 2016

Uriel Martínez (1950 )





Las tardes


me gustan las tardes de domingo porque
escucho más nítido el paso de ambulancias,
de patrullas policiacas y las ráfagas
que van y vienen en estos pueblos
del diablo

me cautivan los atardeceres de ciertos
domingos en que se recuerdan y recrean
escenas del crimen autoinferido: el sapuku
de mishima, los barbitúricos
de tennessee, de marilyn; la última
acción de sylvia; la cirrosis de carver,
de rulfo, de cheever

adoro ciertos momentos del séptimo día,
las mañanas dilatadas, los mediodías
soleados y taciturnos, las partidas de
ajedrez de nadie, los peldaños irreversibles,
la inexistencia de milagros,
los crespones que algunos llevan en la mirada.


[Inédito]