Nunca tuve
nunca tuve un nieto de cinco
ni de veinte ni de cincuenta
canas arrugas ni muertes;
jamás tampoco un hijo
a quien asir de la mano,
el hombro, ni seguirlo como
sombra después de mediodía;
jamás tuve un padre
con cintura en cual medirme,
fijarme adherirme como
quien procura salud enfermedad
distanciamiento;
nunca el sol me pegó
en cara, nuca, pelo,
cansancio, euforia;
nuncamente esto ni aquello
ni lo otro ni lo de más allá
sólo este sentimiento de hoja
desprendida y llevada
por esa fuerza extraña y desconocida.
[Inédito]
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