jueves, 28 de julio de 2016

Fernando Fernández (1964 )

Sala de espera



Uno, sí, la estoy viendo
de cuando en cuando, y después vuelvo a verla,
la espío y oteo
                      y quedo en vilo
y más tarde la miro todavía, y sí, es verdad,
finjo cierta demencia tras los lentes
aun cuando la mire fijamente
y hasta usted se dé cuenta.

Y sin embargo, dos, no se ve nada,
cosa que usted que debe haberse visto
cientos de veces
bien que debe saber, nada de nada,
ni un amago siquiera de tirante
por más que esté pendiente que nada se le asome
y una y otra vez, y luego una vez más,
se componga el escote.

Pero la culpa, tres,
es sólo suya,
de usted sentada frente a mí en esta sala de espera
que al tiempo que conversa por teléfono
con tres dedos precisos y nerviosa insistencia
se retoca insegura usted consigo
sopesando sus dos pechos opimos
pudorosa y quizás algo coqueta.

Es por esa razón que, cuatro, espío y asomo
y oteo e insisto
                       y quedo en vilo
aunque finja demencia tras los lentes,
fascinado de ver cómo remueve, y hace pender,
y agita, racimo tal de frutos semejantes,
manifiestos al aire aunque escondidos,

apegados a usted pero volantes.


("las afinidades electivas")

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