jueves, 14 de julio de 2016

Derek Walcott (1930 )

Limones de domingo


Desolados limones, contengan
bien, en su cuenco de barro,
la luz en su amarga pulpa,

que un resplandor amarillo
sea toda su armadura
este domingo desnudo;

que su luz indoblegable
rebote contra escudos de manzanas,
tan reales que se antojan de cera,

y compartan su agrio silencio
con la evocación que esta mujer
hace de los domingos de otro fruto,

hasta que formen, concentración mediante,
falanges con yelmo
preparadas para lo que venga,

hexagonales ciudades donde murieron abejas
en aras nada más de la dulzura,
que sus lámparas sean las últimas

en encenderse sobre esta barnizada mesa
el presente domingo, que demanda
algo más que la fe de los cirios,

algo más que conquistadores con yelmo
muriendo como abejas, que multiplican
los recuerdos en la rubia cabeza de ella;

mientras la tarde se vuelve borroso
añil, que sus lámparas
retengan, en este cuenco de barro

anocheciendo, vida aún, pero una vida
más allá de las lágrimas o las alegrías
del sereno, la alegre, neónica humedad

del crepúsculo que desdibuja
la figura de esta mujer recostada,
un limón, una lámpara si fuego.


("pleno verano, poesía selecta", ed. vaso roto, barcelona, 2012, trad. josé luis rivas)

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