En otra ciudad
Abro los ojos, alcanzo el par
de calcetines, los volteo,
los enrollo y van al cesto
de ropa sucia.
Bajo a la cocina, caliento
agua, le pongo la dosis
precisa de café, apago
la flama y lo cubro.
Subo al cuarto de huéspedes,
corro la ventana, enciendo
el tabaco, recuerdo la oblea
bajo la lengua.
Bebo dos tragos continuos,
uno que calme la sed,
otro que instigue la imagen
balsámica.
Otro día, otra ciudad, otro paisaje.
1 comentario:
Desde lejos, Layo me escribe:
A veces parece que la vida es estar en otra casa, en otra ciudad y una habitacion de huespedes.
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