El día es infinito
JW Goethe
Hay un animal que tiene que estar siempre con el día. Si lo
alcanza la noche, muere.
Este animal corre con el sol, para él es siempre medio día y
no conoce la oscuridad.
Le da la vuelta a la tierra con el sol; corre, vuela, nada;
está hecho así a su necesidad de luz.
Atraviesa las selvas, las montañas, los mares, siempre con
el sol.
En las islas es fácil verlo cuando pasa siguiendo al día. Va
siempre debajo del sol.
En el último eclipse se precipitó en el mar como un
paracaídas del sol. Estuvo a punto de morir.
Asimismo hay otro animal que tiene que estar siempre con la
noche. El día no le puede tocar la punta de la cola, porque muere.
Este animal va siguiendo la noche, por continentes, islas y
mares; pero no es fácil verlo. Sólo una vez estuvo a punto de ser atrapado
sobre el Océano Índico.
No conoce el día, y si por algún acaso se llegara a
encontrar con el animal que va siguiendo al día, la pelea de ambos levantaría
olas de cien metros en la mar, y trombas capaces de derribar un navío.
Cuando niño, solía yo quedarme despierto toda la noche en el
zaguán esperando que pasara este animal para verlo, pero quizás no pasaba por
mi aldea.
Yo pensaba que él comería estrellas, pues ¿quién no sabe que
las estrellas suben y bajan? Pero tal vez no se alimentara más que de
luciérnagas.
Este animal no tiene un nombre fijo porque en cada país lo
llaman de un modo distinto.
Nunca quiere salir de las tinieblas, y si el dedo de la luz
lo toca en la espalda le abre una llaga incurable.
(blog del autor)
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