Entra dócilmente
Te han crecido alas de dolor
y te agitas en la cama como una gaviota herida
pidiendo agua, té, uvas
cuyas pieles no puedes mascar.
¿Recuerdas cuando me enseñaste
a nadar? Suelta, dijiste,
el lago te sostendrá.
Ansío decir, suelta Padre
que la muerte te sostendrá.
Afuera el otoño prosigue sin nosotros.
Con qué facilidad ceden las hojas,
las oigo en el último soplo de aire,
dejando atrás este lugar que desaparece.
("emma gunst", trad. elisabet azcona cranwell)
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