Goulimine
Lo que más recuerdo del viaje a Goulimine, en el profundo sur, son los niños con ardillas. Aparecen de repente, en las colinas, en un recodo del camino, sus cuerpos de niños integrándose en el paisaje como si formaran parte de la vegetación local. Sostienen en alto un objeto que se mueve. Me detengo y descubro que es una ardilla que han apresado y que pretenden vender. El animal cuelga sujeto a una cuerda que le aprieta el cuello, parece una letra arábiga realizada en piel, la larga cola arrimada al cuerpo, los ojos espantados moviéndose de un lado a otro. Más adelante, en el Atlas, veo un Volkswagen alemán desvencijado detenerse junto a dos de esos niños. Una muchacha rubia se apea del coche y se acerca a ellos. Cuando descubre lo que los niños venden, se queda un momento paralizada y a continuación se pone a vomitar contra la pared de roca de la montaña. Los chicos se echan a reír, porque no saben cómo reaccionar.
("hotel nómada", ed. debolsillo, méxico, 2008, trad. isabel-clara lorda vidal)
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