Colibrí
Colibrí, astilla que vuelas hacia atrás
y te detienes
y en picada avanzas
contra el pecho milenario del perfume:
en tus manos encomiendo
las generaciones todavía plegadas a mi carne,
las llamaradas de nieve en el diamante
y la coraza de súplicas que protege a la ruina
contra el definitivo polvo.
En tus manos y alas encomiendo
al siempre silencioso, al poeta
que rasga sus vestiduras hasta el hueso
y acoge a sus espectros
y les transmite nueva niebla
soplando su canción entre sus labios secos.
En tus manos encomiendo al niño marinero
que crece cuando le falta la piel
para tatuarse el perfil de cuanto sueña,
pues no le duele al revés del párpado
su propia carne viva,
ni el hombre al hombro,
ni la sal a las heridas del mar.
En cambio los niños sufren
cuando todavía vendados por un vientre,
sólo contemplan la luna
si su madre bosteza.
(trozo de "Contrapunto de la fe" [1955], en Delante de la luz cantan los pájaros (poesía 1953-2000),
editorial Fondo de Cultura Económica, col. Letras Mexicanas, México, 2000, I edición.)
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